Peña y Obama: la visita inútil

Los dos presidentes mantienen niveles bajísimos de aceptación entre sus gobernados. Su relación económica se rige por un tratado que acaba de cumplir 20 años. Cuando se firmó, internet apenas existía.

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Enrique Peña Nieto llega a Washington dos años después de haber tomado posesión, y en medio de una profunda crisis doméstica, a encontrarse con un presidente de Estados Unidos que va de salida, sin poder alguno frente a su Congreso. Los dos mantienen niveles bajísimos de aceptación entre sus gobernados.

Es un buen final para esa relación.

Ni a Peña le interesó la relación con nuestro principalísimo socio comercial y de inversión, con quien compartimos la frontera terrestre más intensa y larga del planeta y donde viven millones de compatriotas; ni a Obama le causó en seis años mayor curiosidad explorar nuevos cauces para una relación bilateral anclada al pasado.

Ya que no tienen agenda común hacia el futuro, siempre podrán compartir cada uno sus asuntos de política doméstica. Así son: presidentes abocados a lo interno.

Esto, valga recordar, cuando alrededor de 11 millones de mexicanos viven en Estados Unidos y mandan unos 20 mil millones de dólares al año a México. Un millón de estadunidenses viven en México, más que en cualquier otro país del mundo y en los últimos 13 años la inversión estadunidense en México ha sido la mitad de la inversión extranjera total. Hay más de 300 millones de cruces legales cada año a lo largo de 3 mil 100 kilómetros vía 45 puntos de acceso.

Al final de esta visita el presidente Peña habrá dormido más noches en Turquía que en Washington.

Obama llegó a la presidencia en medio de una devastadora crisis económica que no le dejó voltear a ningún lado. Tampoco está claro que quisiera voltear a algún lado. La política exterior no fue su tema de campaña ni el de su carrera. México fue un
accidente. Deportó a más mexicanos que cualquier otro presidente estadunidense y la crisis hizo que la infraestructura fronteriza se haya deteriorado seriamente en los últimos años, sobre todo, por falta de inversión de los vecinos. Entre 2007 y 2011 México envió a Estados Unidos datos de unas 100 mil armas a las autoridades estadunidenses para conocer su origen; 68 mil venían de Estados Unidos. Nada, o muy poco, se he hecho de un lado o de otro para impedir el flujo.

La relación económica se rige por un tratado que acaba de cumplir 20 años. Cuando se firmó, internet apenas existía.

La relación está urgida de una gran idea —no de las del eje Puebla—San Francisco que prefiere el canciller.

Una idea de futuro.

El costo de la oportunidad desaprovechada es enorme.

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