Pepino divino
Y no hablamos de cualquier pepino, sino del famoso bicho marino...
Mami, ¿qué será lo que tiene el pepino? No sean mal pensados, amables lectores(as). Simplemente es una nota alterada a la antigua rolita del salsero Wilfrido Vargas que, hace unos 20 años aproximadamente, causó sensación entre los guapachosos y nada amargados compatriotas que rajaron chancleta como desesperados. Para los que no se acuerdan era… “mami, ¿qué será lo que tiene el negro?”.
Pero el tema de ahora es menos relajante que las canciones “cachondonas” del dominicano Vargas –que, dicho sea de paso, después de su rolita del “negro” y alguna más por allá, se perdió en el olvido- porque lo del pepino volvió a resurgir y con más fuerza. Y no hablamos de cualquier pepino, sino del famoso bicho marino que, según la creencia popular, es rico en proteínas y demás ingredientes, mejores que el Viagra y sus derivados, y por el cual los pescadores yucatecos y de los estados colindantes, como Quintana Roo y Campeche, dan casi la vida por capturar tan exótica especie.
Resulta que, hace unos días, las autoridades gubernamentales estatales y federales anunciaron que se levantaba la veda del pepino de mar y por un lapso breve, hasta la primera o segunda semana de mayo, los pescadores pueden lanzarse con todo y sus lanchas, pésimo equipo de buceo y expuestos a la descompresión, a buscar el famoso equinodermo, algo así como una estrella de mar, pero más feo que “cantar” paradito.
Y como casi siempre sucede, el alboroto para obtener el pepinazo marino es de magnas proporciones. De entrada, los pescadores de determinada zona, por ejemplo, de Dzilam de Bravo, se ponen perrísimos para defender su territorio marcado por quién sabe cuántas latitudes. Cuando otros “colegas” penetran en la oscuridad para pescar y son descubiertos, se arma una pequeña guerra mundial de recordatorios de progenitoras, golpes, quemazón de lanchas y, de vez en cuando, plomazos en alta mar.
Pero la madrugada de ayer miércoles, las cosas se pasaron de tueste. En El Cuyo, probablemente el sitio costero más alejado de Yucatán y que colinda con Isla Holbox, de Quintana Roo, se presentaron unos ladrones de pepino de mar que arrasaron con la quinta y los mangos. Armados y en dos o tres lanchas, unos 10 sujetos –algunos encapuchados, otros sólo maquillados en estilo fiestas exóticas- descendieron, se dirigieron a unas congeladoras y se llevaron tres toneladas del famoso y afrodisiaco bicho marino. Los empleados fueron sometidos y, por supuesto, amenazados.
PRIMERA CAIDA.- Hasta este incidente, los percances por tan divino botín no habían pasado de golpes y uno que otro balazo al aire, para asustar, pero ahora fue un tremendo asalto, cuyas pérdidas económicas son generosas.
SEGUNDA CAIDA.- Afortunadamente, los malandros sólo arrasaron con el pepino y respetaron las vidas de los empleados de las dos congeladoras asaltadas. La neta, el robo es una tremenda advertencia para la seguridad en Yucatán. Los pillos no sólo atacan de forma terrestre.
TERCERA CAIDA.- Insisto: ¿qué será lo que tiene ese pepino? ¿Acaso lo mismo que el negro?