Pepino feo y maloliente
El gobierno puede sin duda ejercer vigilancia suficiente y eficaz en el mar y la costa para impedir la explotación del pepino de mar. Pero por algún lado se cuelan los intereses…
Hay cosas difíciles de entender. Una de ellas es este asunto del pepino de mar y las graves consecuencias sociales y ambientales de su sobreexplotación, prohijada o tolerada por autoridades de todos los niveles. Todo el mundo dice que es un delito, que hay que combatir esa ilícita actividad, que causa serios daños a los ecosistemas marinos… pero la extracción de ese feo animal –cuya labor en el lecho marino es harto benéfica- sigue imparable, con su cauda de muertos, heridos, buzos inválidos, violentos choques de pescadores y pepineros y daños a bienes ajenos.
Cada vez que hay violencia en el mar a causa de ese carroñero –se alimenta de los desechos y miasmas que arrojamos al mar y de ese modo lo limpia-, todos salen, salimos, a opinar: ex gobernantes(as) metidos(as) a comentaristas televisivos, periodistas, ambientalistas, autoridades… Y cada uno tiene la mejor opinión.
Sin embargo, el problema sigue y va en amento. Desde luego, la primera responsable de que eso ocurra es la autoridad, porque no saldría del fondo del mar ni el más feo de los pepinos –que ya es decir- si no lo permitiera en algún nivel de su abigarrada estructura, donde la corrupción siempre halla un resquicio para colarse. Con los medios a su alcance, el gobierno puede sin duda ejercer vigilancia suficiente y eficaz en el mar y la costa para impedir su explotación. Pero por algún lado se cuelan los intereses… y alguien se hace de la vista gorda.
También son responsables los pescadores que no tienen conciencia del daño que se causan a sí mismos en primer lugar –al atacar su fuente de sustento- y luego a todos los demás. Y la sociedad en general porque tolera en su seno esas violaciones al marco legal en todos los niveles.
Poner fin a esa inicua actividad es fácil: uno, con adecuada vigilancia en las costas, y dos, con personal honrado y capacitado en aduanas para impedir que salga el producto a los mercados asiáticos, que es la única zona donde demandan ese animal comemierda. Sólo es cuestión de ganas y de honradez. ¿Es mucho?