Perla Tun se brinca las trancas

La diputada panista cozumeleña Perla Cecilia Tun Pech no atendió la línea dictada por su partido derechista...

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La diputada panista cozumeleña Perla Cecilia Tun Pech no atendió la línea dictada por su partido derechista y sorprendió a propios y extraños al no avalar la minuta de Reforma Energética, el sábado en el Congreso del Estado.

Más allá de valoraciones a favor y en contra de esta Reforma Energética, ya avalada por 14 estados –el más reciente fue Yucatán–, destaca el valor y congruencia de la única diputada no priísta que triunfó en las urnas y que dejó con un palmo de narices al coordinador de la bancada, Sergio Bolio Rosado, quien como era de esperarse avaló la minuta de reforma, secundado por la ex alcaldesa de Lázaro Cárdenas, Trinidad García Argüelles.

Hace dos Legislaturas, la priísta chetumaleña María Hadad Castillo agitó las aguas en su bancada mayoritaria, rechazando la penalización del aborto que era un anhelo moral tan acariciado por los panistas, pero cuya iniciativa fue presentada por la priísta Laura Lynn Fernández Piña, actual titular de Turismo.

La diputada Perla Tun hizo algo inédito que nos obliga a replantear el papel de los representantes populares, quienes deben tomar el pulso de sus respectivos distritos para votar en un sentido o en otro. Y esto no significa que Perla Tun haya detectado un rechazo mayoritario a la Reforma Energética en la Isla de las Golondrinas, pero decidió votar en un sentido sorprendente que dividió a la segunda bancada más numerosa.

Bien por esa libertad de disentir en un partido político, aunque todos los diputados de mayoría relativa deben estar obligados a recorrer sus distritos para conocer las posturas de los más informados sobre el tema, a fin de inclinar el sentido de su voto atendiendo las voces más involucradas y que han sido desechadas por casi todos los legisladores, tanto locales como diputados federales.

El Festival ha llegado a su fin

El Festival de Cultura de Caribe ha llegado a su fin, y lo rescatable es la vigencia de este concepto instalado majestuosamente por el gobernador Miguel Borge Martín, a fines de la década de los 80, y que ha enfrentado sonados  altibajos que lo han condenado a la mediocridad.

Quintana Roo debe permanecer como anfitrión de los países de esta rica y seductora región caribeña, consolidando una fiesta que tiene todas las ventajas posibles en cuanto a promoción turística y conocimiento de las manifestaciones artísticas y culturales de estos países, dando rienda suelta a la alegría de muchos miles en nuestro estado.

Este Festival de Cultura sigue en pie, y reclama un impulso que lo consolide como el Festival más importante del área. Pero nuestra burocracia cultural debe estar a la altura del enorme desafío, incomprensible para los improvisados.

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