¡Pero en Liberia están pior!
Don Chiflano está en un plan tan envidiable de alegría y buen humor que cuando la situación de Guerrero se ponga todavía más negra declarará, sin dudar: “Pero en Liberia está pior”.
Algo se está desayunando don Chiflano Aureoles Conejo, presichente perredista de la Cámara de Diputeibols, porque tiene un espíritu inusitadamente positivo, casi al nivel de Fausto Vallejo.
Mientras la patria se llena de pesares y depresiones, movilizaciones sociales, paros, brigadistas y tormentos, al hombre no le tiembla la mano para afirmar, contundente e inobjetable, que en Guerrero la vida transcurre con normalidad, y que a pesar de las histerias el gobernador de la entidad es bueno, santo y puro y, por sus buenas acciones, no merece que le quieran aplicar la desaparición de poderes. Digo, ya le desaparecieron a su secre de Salud, gran amigo del sátrapa de Iguala, confórmense.
En esa lógica aureoliana la llegada de camiones antimotines a Kafkapulco no es para ahuyentar protestas ni con el fin de documentar la rererepresión. No. De lo que se trata es de cuidar a los normalistas y sus aliados, no vaya a ser que durante sus protestas los plagien, levanten o secuestren, pues es el municipio con mayor índice de criminalidad en esos rubros.
Algo que en materia de buena ondez solo puede ser comparado con el munícipe de Cocula, quien no podía creer que sus policías estuvieran maiceados por los Guerreros Unidos.
Nada que ver con el procurador que, mientras le apedrean el rancho, con toda mesura y morigeración, anuncia que no hay nada que anunciar, que todavía no pueden revelar nada, pero que todo va conforme a derecho. Y ya de la identificación de los cuerpos encontrados en las fosas clandestinas mejor ni hablamos; como dice el gran Tacho de Tachotitlán en un bonito cartón, el problema es que las víctimas no traían latas de Coca-Cola con su nombre.
Como quiera que sea, sería fundamental para el PRD que Aureoles le pase la receta o cuando menos el título del libro de autoayuda que tanto le autoayudó a Carlitos Navarrete que, tristemente, él que era un cascabel, anda muy neuras. Y no es para menos, si cada vez que va a Guerrero lo cuestionan sobre sus apegos al góber Ángel Heladio de mis pecados.
Incluso algún reportero impertinente le preguntó si metería las manos al fuego por Aguirre Rivero; a lo que respondió, como si fuera un híbrido entre Lucerito, Mamá Rosa y Catalina Creel: “Yo no metería las manos al fuego por nadie, ni por usted, compañero”.
Don Chiflano está en un plan tan envidiable de alegría y buen humor que cuando la situación de Guerrero se ponga todavía más negra declarará, sin dudar: “Pero en Liberia está pior”.