El perro de cera (1)

Cerca de Uxmal existieron unos terrenos muy fértiles pero la gente no quería hacer milpa allá porque contaban acerca de un cerro que tenía vida, el Múulitk’aak’.

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Domingo Dzul Poot publicó este relato en su serie de cuentos. Cerca de Uxmal existieron unos terrenos muy fértiles pero la gente no quería hacer milpa allá porque contaban acerca de un cerro que tenía vida, el Múulitk’aak’.

En él vivía el perro de cera; se oían sus ladridos así como el cantar del gallo y el gorgojeo de un guajolote. Era imposible cazar un venado a menos que se le untara cera a la bala. 

En ese tiempo escaseaban los perros. La gente anhelaba tenerlos pues se sabía que ellos alejaban a los seres malignos. Quien tenía uno podía andar confiado de noche en el monte.

Un día, un grupo de campesinos decidió desmontar un terreno para hacer sus milpas cerca de Múulitk’aak’. Uno de ellos, llamado Batlis Chan, encontró un enjambre de abejas en un árbol hueco. Tomó la miel y con la cera hizo un perrito para que lo acompañara.

Tiempo después Batlis, accidentalmente, se hirió con su machete y se le ocurrió poner una gota de sangre en el hocico del animalito.

Entonces vio que éste se la tragaba. Esto se repitió muchas veces. El perro empezó a crecer y salía a cazar por las noches. Al amanecer, el can colocaba su presa cerca de su amo. Batlis estaba contento, pero no sería por mucho tiempo.

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