Personaje de negocios del año: Enrique Peña

Pero Enrique Peña ha entablado un diálogo con empresarios nacionales e internacionales, y lo ha hecho a sus anchas.

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No debería ser normal que un político ocupe los mayores rangos en la mente de la comunidad de negocios. Usualmente, desde las reflexiones de los grandes empresarios y CEOs, a los políticos se les concibe como “facilitadores” o “reguladores” que aceitan y modulan el capitalismo en el que vivimos. Son quienes ponen las condiciones para que los negocios fluyan. Nada menos. Pero nada más.

Pero el año que termina hoy el personaje de negocios es sin duda el presidente Enrique Peña Nieto. No porque haya materializado un gran negocio él mismo, sino por el simple y poderoso hecho de que la consistencia antes, durante y después de su campaña, así como su discurso a favor del crecimiento económico y la inversión, parecen haber devuelto en solo unos meses un atributo básico para que una buena mayoría de transacciones de negocios funcionen: la confianza.

Es cierto que con Felipe Calderón nunca se perdió la certeza de que México era un país propicio para la inversión. Sin embargo, en su mandato aparecieron constantes y severos juicios desde el inicio, como aquel disparate del “estado fallido”, que no cuajó, pero que hizo mucho ruido.

Pero Enrique Peña ha entablado un diálogo con empresarios nacionales e internacionales, y lo ha hecho a sus anchas. Todo mundo cree en él: por su obsesión con que el PIB crezca; por su preferencia hacia la expansión del crédito; por sus señales positivas con el gabinete económico conformado; por la interlocución adecuada en su gira internacional; por su sensibilidad social.

Cierto: es posible que en algunos ámbitos los mexicanos nos llevemos algunas desilusiones durante los siguientes seis años. Pero es innegable que el nuevo presidente ha llegado en un momento en que la comunidad de negocios tiene renovados bríos para la etapa en la que hemos entrado.

Es penoso que no tengamos un puñado de empresarios de donde elegir al personaje de negocios del año, sobre todo alguno que haya innovado algún producto sustancialmente importante. Pero por lo menos tenemos al político que puede inyectar la inspiración mínima para que se geste una nueva psique empresarial en el país, una que motive a los emprendedores a pensar que, soñando, es factible lograr algo.

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