Los pescadores de Chelem
Son víctimas de la modernidad y del olvido que la gente tiene por la parte profunda de la vida...
Mario Benedetti escribió sobre las olas: “El mar es una alianza o un sarcófago/ del infinito trae mensajes ilegibles/ y estampas ignoradas del abismo/ trasmite a veces una turbadora/ tensa y elemental melancolía”. Así es el mar, por eso cuando los pescadores van contra las olas tienen que estar conscientes que se están enfrentando a la muerte antes de tiempo. Pero también comprenden que son de los pocos que pueden ingresar con facilidad a una extensión de la vida, una especie de paraíso-infierno para los mortales de tierra.
Si bien, son víctimas de la modernidad y del olvido que la gente tiene por la parte profunda de la vida, los pescadores conocen muchos de los secretos de los océanos. Y uno de estos secretos es la lucha del tiempo en las costas. En estos lugares los años no pasan y a la vez pasan demasiado rápido. La sal de los mares desmitifica todo rumor de lo nuevo, la arena empolva las fachadas más hermosas y deja una extraña pero plácida sensación de lo antiguo. Y sin embargo las olas nunca se detienen, son movimiento de lo nuevo a cada segundo. Estar en el mar es recordar a los niños jugando en casa de los abuelos.
Esta lucha del tiempo es la misma a la que la artista yucateca Ange Cano recurre en su trabajo Los Pescadores de Chelem. En sus fotografías y bosquejos es fácil vislumbrar cómo los años pasan por las costas, pero no han cambiado absolutamente nada. La mirada de esta exposición busca detener el tiempo en algo que poco se transforma, lo que resulta sumamente interesante en una época donde lo nuevo es una obsesión permanente. Aquí los pescadores son reflejados en las olas suaves de lo cotidiano: agua, vida, tierra, muerte, memoria... Y si algún día naufragamos que sea observando el mar.
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(Texto para Los Pescadores de Chelem, que este sábado se presentará en La Noche Blanca en la cantina El Cardenal).