Piensan que somos estúpidas

El problema es que estos gringos, diría la superestrella Megan Fox en la presentación nacional de Tortugas Ninja, todavía “piensan que somos estúpidas”.

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Cuando el gobernador de California, a su paso por México con una comitiva de legisladores e inversionistas, advirtió, me parece que innecesariamente porque el PRI-PAN-PVEM lo tienen todo calculado, que los procesos de apertura a la inversión privada de Pemex y CFE deben hacerse con mucho cuidado, incluso, “tener mano dura con las petroleras (porque) se los pueden comer vivos”, lo cual sí es que fue la intención, no conmovió ni asustó a nuestros representantes que tienen temple de acero, además, según han dicho, un escudo protector hecho de certezas jurídicas.

Quién sabe de dónde sacará esas ideas Larry Brown, pues sabemos que históricamente los grandes consorcios dedicados al negocio de los energéticos suelen ser entidades humanitarias donde jamás se anteponen las ganancias a los derechos de la ciudadanía ni de los países donde se asientan, en el respeto por principio de los temas ambientales y ecológicos. 

Digo ahí está la idílica imagen del Exxon Valdez para confirmarlo.

De hecho es muy raro que con los antecedentes solidarios y con sus políticas sociales de alto impacto, ajenas siempre al saqueo, estas empresas extranjeras hayan sido echadas a patadas por mi general Cárdenas.

Seguramente estaba mal informado, lleno de ideas exóticas, populistas y medio comunistoides y por eso cometió el terrible abuso de aplicarles la dura terapia de la expropiación. 

Afortunadamente ahora mismo se está enmendando el camino y con el rigor legislativo que hoy se viste de patria, le abrimos de nuevo el zaguán a estas multinacionales de los hidrocarburos y la electricidad para que tengan de nuevo la oportunidad de servirse con la cuchara grande y de paso servir a México que ya escucha a lo lejos el cencerro de las vacas gordas.

No vamos a caer en la histeria que nos propone el legislador yanqui Lou Correa al contar esa historia de terror que se vivió en California cuando se dejó la industria eléctrica a manos privadas y por no tener todo amarrado y sin agujeros legales, se produjo un costo a la ciudadanía de 10 mil millones de dólares. Y hasta dijo algo imposible que la compañía Enron, adalid del bien común, llegó hasta manipular los precios de la electricidad. 

Puras patrañas, cómo estaremos de confiados que ya ni el ingeniero Cárdenas se para por las protestas. El problema es que estos gringos, diría la superestrella Megan Fox en la presentación nacional de Tortugas Ninja, todavía “piensan que somos estúpidas”. 

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