Al dolor por el asesinato de su hijo Gibrán, la familia Martiz tuvo que cargar con un hecho despreciable en las redes sociales. Una mano anónima subió fotografías de Gibrán, el joven estrella de La Voz México, desplegando un cuerno de chivo, una ametralladora, un revólver y dos escuadras.

Perfecto para lograr un efecto: si Gibrán Martiz fue levantado por supuestos policías estatales de Veracruz y luego asesinado debía ser por algo muy oscuro. Pero no contaban con que Ricardo Ortiz, el manager del cantante, reaccionaría de inmediato para explicar que las fotos eran parte del video de la canción “Playboy”, que estaban por grabar cuando la desventura se posó sobre Gibrán.

Dudamos hasta que Ortiz nos mandó la canción (@cirogomezl), que tocamos ayer en la radio. La letra de “Playboy” deja poco espacio a la duda: “Seguimos, acá cabe todo el desm..., dejando un cag... hasta el jale/ Cargo la nueve para el jale que se ofrezca”.

Espantoso, pero incontestable. Algo parecido ocurrió con la hija del líder templario Enrique Plancarte, Melissa Plancarte, La Princesa de la Banda: un infame, viral linchamiento en las redes por, Carlos Marín dixit, portación de pariente prohibido.

Hasta que Melissa usó las redes para divulgar una carta difícil de impugnar: “Me he dedicado solo a la música y con esto no he dañado a nadie (…) Naturalmente que amo a mi padre, pero así como no soy yo quien deba juzgarlo, tampoco soy responsable de sus actos y no cargo en mí responsabilidad alguna”.

Está madurando una eficaz cultura de defensa en las redes. Ya no se mata con la facilidad de antes. Buena noticia.