Pobres mininos
Pobres Leones, tan lejos de Dios y quemándose con unos ahijados de Belcebú en plena Semana Mayor.
¡Madre santa! La verdad, en estas fechas, nada mejor que encomendarse a los santos habidos y por haber. Y en casi todos los ámbitos, pero, especialmente, en el deportivo.
En columnas anteriores, su servidor tocó el tema de los Leones de Yucatán, un equipo que supuestamente se reforzó con muchos “nombres” y buenas tajadas de billetes. Los expertos en béisbol no vacilaron cuando colocaron, de entrada, a los reyes de la selva yucatecos como una escuadra a vencer y, potencialmente, peleando el banderín de la Liga Mexicana de Verano.
Pero, en apenas unas fechas de transcurrido el torneo, los Leones de Yucatán sólo inspiran lástima. Pero tampoco nadie en su sano juicio acierta a entender qué sucede con el máximo membrete deportivo de Yucatán desde hace casi 60 años.
Por supuesto que algo importante acontece en el seno melenudo y, al parecer, nada bueno. De entrada, el cuerpo de lanzadores abridores, si no es pésimo, se acerca mucho a la catástrofe. Casi todos los serpentineros están pasando las de Dimas y Gestas, o sea, los crucifican por todos lados del terreno de juego.
Con la salvedad de sus relevos finales: “Choco” Navarro, Ricardo Gómez y Luis Vizcaíno, el cuerpo de pitcheo de los selváticos está más fregado que las “autodefensas” de Michoacán, a las que el Gobierno Federal pretende desarmar. De hacerlo, los narcos templarios acabarán a plomazos con esas agrupaciones, presuntamente justicieras.
Pues algo similar ocurre con los mininos del Mayab: ni truenan y sí los súper truenan. Sólo en el partido inaugural en el Foro Sol contra los Diablos Rojos del México, el martes, las desdentadas fieras recibieron 13 carreras en la tercera entrada, aunque antes ya tenían cinco encima.
El partido lo dejé de monitorear con el marcador parcial de ¡18 a 2!, por supuesto, para regocijo de los kisines.
Pobres Leones, tan lejos de Dios y quemándose con unos ahijados de Belcebú en plena Semana Mayor. Faltarán muchas bendiciones para que los melenudos (cada vez con menos pelo) se recuperen de la paliza que los Diablos les propinaron. El partido acabó en un auténtico baño de sangre de Luna Roja: 22 carreras. Por si fuera poco, el bateo está espantoso.
El famoso “Chapis” Valencia no llega ni a 200 de porcentaje, a Fernando Valenzuela junior ni lo ponen a jugar. Roberto Saucedo, el veterano cañonero regiomontano, es el máximo productor de carreras con ¡7!
PRIMERA CAIDA.- Algo es seguro, la química entre cuerpo técnico y jugadores no es la correcta. O el manejador Matías Carrillo no entiende a sus pupilos, o éstos, simplemente, no lo quieren.
SEGUNDA CAIDA.- Ciertamente, muchos de los jugadores, acostumbrados a jugar en la zona norte del país, resienten el clima y la presión de estar en Yucatán. En realidad, no se les nota cómodos a pesar de que reciben una buena lana.
TERCERA CAIDA.- Los nuevos propietarios de los Leones tienen que actuar rápido: pitcheo del bueno, bateadores comprometidos y bendiciones al por mayor.