¿Podemos ser optimistas en el caso de Michoacán?
Y, como siempre, me pregunto adónde irán a parar los sicarios, los matones y los traficantes que han asolado a Michoacán durante años enteros. ¿Serán capturados, juzgados y condenados todos ellos?
Si en Ciudad Juárez y en Tijuana y en Monterrey ha mejorado la situación, ¿se puede esperar que Tierra Caliente sea, algún día, una comarca pacífica? Esperemos que sí. No estamos hablando, sin embargo, de una ciudad sino de una región.
Y, como siempre, me pregunto adónde irán a parar los sicarios, los matones y los traficantes que han asolado a Michoacán durante años enteros. ¿Serán capturados, juzgados y condenados todos ellos?
No creo, por lo pronto, que quepan en las cárceles. Y tampoco podemos tener demasiada confianza en un sistema judicial que perpetró ya el llamado michoacanazo —una operación tan torpemente preparada en el apartado procesal que prácticamente todos los presuntos sospechosos lograron evadir la acción penal— y que ha encarcelado, ahora mismo, a un líder comunitario que cuenta con el apoyo de muchos pobladores (por cierto, el señor Hipólito Mora podría salir libre dentro de unas horas por falta de pruebas inculpatorias).
En lo que toca a los rigores que puedan afrontar las bandas del crimen organizado, cuando de veras se pongan difíciles las cosas los delincuentes emigrarán a otros estados, empujados por ese “efecto cucaracha” que ya se deja ver en las entidades circunvecinas, a saber, Estado de México, Colima, Jalisco y Guanajuato.
En fin, es la madre de todos los dilemas: no hay situación tan confusa y enredada en ningún otro punto del territorio nacional. Pero, si en el puerto de Lázaro Cárdenas también han cambiado para bien las cosas, entonces podemos abrigar un tibio optimismo. Después de todo, el fracaso del Gobierno federal significaría algo así como la instauración de un Estado fallido y no creo que México, a pesar de todos sus problemas, se encuentre en una disyuntiva parecida.
De la anterior reflexión surge una pregunta obligada: ¿hemos tocado fondo? Atrocidades como las que ocurrieron en Allende, Coahuila, y en San Fernando, Tamaulipas, marcan, a pesar de la escandalosa inoperancia de las autoridades, un punto de ruptura en la espiral creciente de la violencia. Sin embargo, falta todavía Michoacán para que se complete el trabajoso renacimiento. Al tiempo…