Los cinco candidatos a la gubernatura inician este sábado sus campañas rumbo al cinco de junio, cuando miles de quintanarroenses tendremos la oportunidad de votar para elegir también presidentes municipales y diputados locales. A la vista, el encontronazo será entre Mauricio Góngora Escalante (PRI, Verde y Nueva Alianza) y Carlos Joaquín González (PAN-PRD), pero también está en el ring José Luis Pech Várguez (Morena), quien sería catapultado por Andrés Manuel López Obrador.

La cartelera primaveral la complementan Alejandro Alvarado Muro (PT) y Rogelio Márquez Valdivia (Partido Encuentro Social), quienes tienen posibilidades no visibles para el ojo humano pero que enriquecen el menú de opciones para la silla más perseguida por los hombres y mujeres que se dedican aquí a la política.

Mauricio Góngora Escalante se planta respaldado por el priismo que dio por concluida la rebatiña por las posiciones en juego, deseando mala suerte a quienes desertaron para incorporarse al navío de Carlos Joaquín.

Los amagues a la Lionel Messi, cambios de bando y cortantes despedidas distinguieron el proceso en su etapa inicial, involucrando a un Filiberto Martínez Méndez que abandonó presuroso el pelotón de Carlos Joaquín –dicen que tentado por la oferta de ser candidato del PRI a la alcaldía de Playa del Carmen–, o a un Gabriel Mendicuti Loría que envió filosas señales de que abandonaría el PRI para sumarse a CJ y ser candidato a la presidencia municipal de Solidaridad, refrenando al caer la tarde su fidelidad al partido dizque revolucionario.

El chetumaleño Eduardo Ovando Martínez con el revitalizado poderío de sus “redes amigas” se hizo presente en estos días de definición, dando su respaldo a Mauricio Góngora una vez sacado de la competencia su favorito: el diputado federal José Luis Toledo Medina, impulsado con mucha garra por el gobernador Roberto Borge.

Ovando estuvo dispuesto a escuchar ofertas de Carlos Joaquín, quien no se interesó mucho en ganar para su causa al político capitalino con la trayectoria más completa y el liderazgo más efectivo que puede definir una elección muy reñida. 

También contemplamos la previsible definición de Luis Torres Llanes, un priista hasta las cachas que cortó relaciones con el Tricolor para seguir en el carril de Carlos Joaquín, quien lo instaló como candidato externo a la alcaldía capitalina postulado por PAN y PRD.

Reprochable la devoción de panistas, perredistas y morenos por todo lo que huela a políticos desprendidos del PRI. Porque el priista Mauricio Góngora se medirá con Carlos Joaquín y José Luis Pech, quienes defendieron los colores del PRI en varios torneos y acumularon posiciones de alcurnia.

Carlos Joaquín no puede colgar en el perchero su priismo porque es un estilo político que asimiló como presidente municipal de Solidaridad (2005-2008), titular de Turismo estatal y diputado federal.

José Luis Pech tiene más trayectoria en su partido de origen, ya que fue Secretario de Turismo a fines de los 80 –en el gobierno de Miguel Borge Martín–, Secretario Técnico, Secretario de Gobierno, de Hacienda, así como titular de Educación y Rector de la Universidad de Quintana Roo.

El doctor Pech fue uno de los más fieles impulsores de la candidatura de Eduardo Martínez al gobierno del estado, quien en 2004 intentó relevar a su compadre Joaquín Hendricks Díaz. Derrotado Ovando por el cozumeleño Félix González Canto en el proceso interno del PRI, aceptó la invitación de Félix para ser titular de Educación, aunque tenía la mira colocada en la Rectoría de la Universidad de Quintana Roo (UQROO), donde se instaló por la caída de Javier Rosado May.

Por fin se le hace a María Hadad 

La segunda licencia al hilo de la chetumaleña Arlet Mólgora Glover, ahora como diputada federal, posibilitó el ascenso de la entusiasta capitalina María Hadad Castillo, quien este viernes olfateó alucinada su nuevo campo de acción donde tiene una autopista de ocho carriles para destacar en grande.

Directora del DIF estatal con María Rubio Eulogio –primera dama en el gobierno de Joaquín Hendricks Díaz–, María Hadad brilló como diputada local y fue suplente del senador Pedro Joaquín Coldwell, quien no soltó el escaño cuando el ocho de diciembre de 2011 aceptó el bastón de mando del PRI nacional para meterse de lleno en la campaña de Enrique Peña Nieto rumbo a la Presidencia.

Si Arlet Mólgora se instala en Palacio Municipal, María Hadad tendrá una prolongada gestión como legisladora federal, donde puede impulsar su agenda con toque feminista, pero incluyendo otros temas que no pueden esperar y que son de alcance nacional.

Pero no hay que olvidar el comportamiento de una Cámara de Diputados repleta de privilegios faraónicos para sus 500 integrantes, quienes votan y se mueven al son que marcan los coordinadores de las bancadas, dando la espalda a la población que dicen representar.

Me gustaría que María Hadad denuncie con bravura todas las percepciones inmorales que tienen a su disposición los 300 diputados de mayoría y 200 plurinominales, oleadas millonarias que no pueden justificarse en un México ahogado en la miseria.

Espero que la valiente María Hadad no acepte y calle, porque debemos admitir que es irresistible la lluvia de obsequios para legisladores que reciben estímulos hasta por asistir a las sesiones, instalados en sofás cama donde se cobra muy bien por roncar. 

Arlet Mólgora es una segunda chetumaleña que abandona la curul en fecha reciente. Antes lo hizo Rosario Ortiz Yeladaqui, quien el 6 de abril de 2011 se incorporó el equipo del debutante gobernador Roberto Borge Angulo, quien la nombró Oficial Mayor.

Su relevo fue el chetumaleño Luis García Silva –actual delegado de la Secretaría de Economía–, quien tuvo un desempeño de 10 en la Cámara de Diputados, con dominio de agenda y capacidad para desplazarse y abrir puertas inaccesibles para los no iniciados.

En defensa de Reyna, procesada por homicidio

Agrupaciones locales y nacionales defensoras de la mujer se plantaron esta semana en Chetumal para defender con vigor a Reyna JGS, una mujer chetumaleña originaria de Belice que era víctima de violencia de pareja y que lo mató con un cuchillo, al calor de una nueva agresión nocturna, el cinco de julio de 2015.

El proceso fue sanguinario contra esta mujer con una enfermedad visual, ya que los agentes ministeriales de la Procuraduría de Justicia del Estado la torturaron por hobby, pisoteando el debido proceso. Madre de un hijo joven con ceguera total, Reyna permanece en el Cereso de Chetumal. 

Su escalofriante caso refleja el contexto de desigualdad institucionalizada de género que constituye la base de la discriminación que viven las mujeres en el acceso a la justicia como víctimas de delitos, pero también como imputadas en procesos en los que se les señala como responsables, en los que prevalecen las visiones sesgadas por los prejuicios y los estereotipos de género.

“Ser mujer, ser indígena, ser mujer de la tercera edad, y tener apariencia beliceña que equivale a ser pobre entre los pobres, son las causas por las que Reyna JGS, una mujer víctima de violencia de pareja fuera sentenciada por un Juez Penal Oral, con pena privativa de libertad de 25 años de prisión acusada del homicidio de su pareja”, plasmaron las mujeres defensoras en un documento dirigido a la Suprema Corte de Justicia de la Nación y al Tribunal Superior de Justicia del Estado.

“No solo se trata de los delitos que se cometen contra las mujeres sino de la rigurosidad de las sentencias con las que se las castiga, en un claro reflejo de los prejuicios del “deber ser” para las mujeres que transgreden las normas de obediencia y de sumisión frente a sus agresores. Además de que las declaraciones de los policías ministeriales que constan en el expediente donde se refieren a Reina como una mujer de “apariencia beliceña” ya constituyen una mirada discriminatoria y trato desigual derivado del prejuicio”, precisan.