¿Por qué les dieron su 'chiquitolina'?
Como están las cosas, a los granaderos de la Ciudad de México les cambiarán su tolete por un Chipote chillón.
César Camacho Quiroz, presidente del PRI, con el mismo impulso con que defendió las reformas peñistas y la moral distraída
de don Catémoc Gutiérrez, rey de los topo gigios, ahora ha atacado a Jelipillo Calderón, al ritmo de frases del tipo “rey de los pretextos”, “regular abogado” y achacándole los problemas de seguridad a su “guerra absurda” contra el crimen.
Eran tales los niveles de la crítica al expresidente del haiga sido como haiga sido (por decir que la presente administración tampoco hizo lo que ni la suya tenía que haber hecho: depurar las policías, checar la infiltración) que cualquiera diría que don César se iba a anexar al movimiento No+Sangre y que pronto mudaría su domicilio a Cocula para seguir luchando por la justicia.
No imagino lo que pensarán aquellos que tanto apoyaron las estrategias calderónicas y que hoy se han alineado con los protocolos peñistas en materia de seguridad.
Pobres, han de estar más sacados de onda que las fuerzas del orden a las que les hicieron pensar que estábamos en revival vintage de los años 70 y que podían apañar a cualquier desestabilizador como en los viejos tiempos de Tlaxcoaque. Es una lástima porque fue bonita la acción de los judiciales como de película de los hermanos Almada agarrando al activista Sandino Bucio en un tono muy nostálgico, lástima que con tanta capacidad de grabación que no de indignación, no los dejen trabajar chido.
Y para contribuir al caos y al desorden, después de que un juez federal dejó en libertad a los Once del Zócalo (¿por qué será que siempre agarran a los que no son y luego tienen que soltarlos?) la Comisión Nacional de Seguridad reconoció que la detención fue “irregular” pero que aun así el muchacho no es ninguna blanca palomita y que es un anarco con derecho a disentir.
Así no se puede, les dieron su chiquitolina.
Al rato, como están las cosas, a los granaderos les cambiarán su tolete por un Chipote chillón.
Entre paréntesis recuerdo la vez en que con Roberto Gómez Bolaños intercambiamos algunos insultos y barbajanadas vía epistolar en el antiguo Excélsior. Era su megalomanía contra mi tupamarismo, épico. Sobre todo cuando se autonombró como “El Moliére mexicano”. No contaba con su astucia.
Afortunadamente ya el PAN y el PRD, en pleno proceso autoexculpatorio, atenderán las iniciativas de Los Pinos porque, a pesar de que dicen que no será fast track, ya saben que “no hay de queso nomás de papa”.