¿Uno es mexicano porque nace aquí?, ¿por apoyar a una selección de futbol? o ¿por el acta de nacimiento? La mexicanidad, así como cualquier concepto de nación, representa un proceso adquirido que se proyecta de diversas formas, las cuales son cada vez más cuestionadas.

Ante esto es necesario recordar que las naciones son en origen un discurso sociopolítico y que en Hispanoamérica se crearon a partir de los procesos de independencia en el siglo XIX. Este discurso fue impulsado por la población criolla para defender sus intereses comerciales ante las injusticias que sufrían por parte de la realeza española. Es decir, las naciones se formaron como una estrategia política enfocada a los intereses económicos de un grupo específico. Es como si en este momento la clase media de nuestro país impulsara una especie de golpe de estado contra toda la clase política y estableciera un nuevo orden de gobierno, todo con el fin de proteger sus intereses. 

Y aunque esta comparación resulta un poco vaga, ayuda a entender una cosa: el concepto de nación siempre termina por abarcar a un sector de las poblaciones, olvidándose de todas las minorías. En el caso mexicano se puede apreciar con la marginación que persiste de los grupos indígenas, los cuales muchas veces han sido separados de la idea de lo mexicano. De ellos sólo se adopta la historia de su grandeza prehispánica, ya que para la mayoría son algo que existió hace mucho, a pesar de que nuestro país todavía cuenta con una amplia población indígena que también debería estar considerada en esa mexicanidad. 

Gracias a las controversias con las nuevas políticas estadunidenses, en los últimos días las redes sociales están invadidas por esa noción de “lo mexicano”, los discursos del presidente se han centrado en la unión del país y todos de una u otra forma intentan “defender a la patria”. Quizá éste sea el momento de cuestionarnos: realmente ¿qué es ser mexicano? A estas alturas la respuesta no sería tan fácil como parece.