Presidenta

Dada su preparación, conocimiento y sensibilidad, me parece que Hillary Clinton se saldrá con la suya y que se desempeñará como una excelente mandataria.

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En un hecho sin precedente, uno de los dos grandes partidos de Norteamérica, el Demócrata, ha investido como candidata presidencial a una mujer: Hillary Clinton, lo que le concede amplias posibilidades de llegar a ejercer el poder ejecutivo de esa potencia, para saldar así la deuda de género que ese país tiene con cerca de la mitad de su población.

A pesar del empoderamiento de la mujer en otras latitudes: Indira Gandhi en la India, Margaret Tatcher en Inglaterra, Angela Merkel en Alemania, Cristina Kirchner en Argentina, Michelle Bachelet en Chile y Dilma Ruosseff en Brasil, por señalar a las más destacadas, en el país que se proclama de la democracia y la libertad nunca alguna mujer ha desempeñado el primer cargo político; vamos, ni siquiera había sido postulada, con posibilidades de éxito, para contender por él.

Y aunque su victoria representaría un avance a favor de la igualdad entre mujeres  y hombres en esa nación, porque en Norteamérica hay carencias legislativas que permiten la injusticia y la discriminación, sobre todo en los terrenos laboral y político, como lo demuestra la oferta de la demócrata de legislar favor de la igualdad de salarios entre ambos, lo que se discute preferentemente en esa campaña son asuntos que están más relacionados con la economía, o más bien con las deficiencias del modelo económico global que no alcanza a presentar buenos resultados cuando se trata de abatir el desempleo y de propiciar una mayor y mejor distribución de la riqueza. De incorporar a las nuevas generaciones a la actividad productiva.

El peligro real, que representa su contrincante Donald Trump, del partido Republicano, es el de la regresión a un sistema de economía y fronteras cerradas, sustentado en la fuerza policíaca y el poderío militar, que hace del rechazo a los migrantes y a la competencia productiva foránea sus principales fuentes de apoyo entre la población. Que de manera irresponsable e insensata promueve la división, el odio y la xenofobia entre sus seguidores.    

En estas condiciones, la tarea de Clinton resulta verdaderamente ardua, de la misma manera como lo es el triunfo de la sensatez sobre la frivolidad; de la razón sobre el pensamiento mítico y de la planeación sobre la ocurrencia. No obstante, su triunfo moral, que está a la vista, debe ser refrendado en las urnas, convenciendo a sus votantes de que su posición es la correcta.

Dada su preparación, conocimiento y sensibilidad, me parece que la primera candidata del partido Demócrata se saldrá con la suya y que se desempeñará como una excelente mandataria.

Es el mercado. Lo que rige el precio de las mercancías, la gasolina y el dólar incluidos, no es la política, es el mercado. Los que culpan al gobierno por los aumentos de precios sólo aprovechan las circunstancias a su favor. En el aumento a los precios del petróleo, que no depende del gobierno, está en el origen de los incrementos a la gasolina.

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