PRI: desbandada en puerta

No puede presumir de ningún tipo de calidad moral el delegado del CEN del PRI en Quintana Roo Manuel Andrade Díaz, pues su estrechísima amistad con el exlíder tricolor...

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No puede presumir de ningún tipo de calidad moral el delegado del CEN del PRI en Quintana Roo Manuel Andrade Díaz, pues su estrechísima amistad con el exlíder tricolor en la Ciudad de México Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre –quien habría utilizado las oficinas del Tricolor como un lupanar– lo condena al descrédito, amén de su gris desempeño como gobernador de Tabasco. Fue justamente él, autor de la quiebra del ex bastión priista del Sureste, quien brindó el espaldarazo al presidente del Comité Directivo Estatal Raymundo King de la Rosa tras la rebelión de militantes en Felipe Carrillo Puerto.

La nómina de los que consideran que King debió dejar el puesto tras la derrota electoral del 3 de julio pasado, en la que Carlos Joaquín González aplastó al abanderado priista, es impresionante y, sobre todo, de fuerza, calidad histórica y hasta empuje juvenil. Las descalificaciones del tabasqueño de la reunión del sábado en tierras mayas lo único que causaron al interior del PRI en Quintana Roo fueron carcajadas. Al delegado sacado del bote de la basura para el reciclaje de políticos acabados pero que aún tienen un poco consideración –conmiseración– por parte del presidente Enrique Peña Nieto, literalmente, nadie lo pela ni un poquito.

Hablamos de figuras de la talla del primer gobernador del estado, Jesús Martínez Ross, de uno de los mejores alcaldes que ha tenido Cancún, Carlos Cardín Pérez, o de quien, de haber sido postulado, quizás hubiese conservado la gubernatura para el PRI, el diputado federal José Luis Toledo Medina. Raúl Santana Bastarrachea, Juan Pedro Mercader, Pedro Ramón Peña Xicum, Alberto Vado Morales, los tremendos Flota de José María Morelos, Mildred Ávila Vera… priistas de cepa que le dan tres vueltas y el regreso al bisoño Raymundo, títere del ahora repudiado Roberto Borge Angulo, acusado por todos por haberse perpetuado en la dirigencia a pesar de haber tenido el dudoso honor de dirigir al PRI cuando por primera vez entregó a la oposición la égida de una entidad en la que jamás había perdido.

Pero está bien: el líder nacional Enrique Ochoa Reza, a quien los partidos mandaron al cuerno con cajas destempladas cuando pretendió cínicamente abanderar la lucha mexicana contra el atroz presidente gringo Donald Trump, respalda con rebosante cariño a Raymundo y al dinosaurio Andrade.

Son militantes históricos, pero también hay sangre joven que pugna por la renovación. Quién sabe si lo logren.

Nos llama mucho la atención que Chanito Toledo de entrada, al ofrecer su capital político y sus oficios a la causa rebelde, se haya descartado rotundamente para ocupar el puesto de King, que parecía quedarle de manera natural tras la derrota del PRI en la elección estatal.

Entre los “rebecos” arriba mencionados, Toledo se desmarcó de un PRI al que le reconoció grandes aciertos durante los primeros años de autogestión del estado, pero no dejó de señalar a los “liderazgos” corruptos y soberbios, ajenos a las causas de la gente que pregona el partido y obsesionados por el poder que produjo verdaderas fortunas personales.

No estuvo Joaquín Hendricks Díaz en el aquelarre que –noblesse obligue– tuvo lugar en tierras rebeldes de Felipe Carrillo Puerto, pero el exgobernador ha sido uno de los más explícitos críticos de la permanencia de Raymundo King en la presidencia del CDE.

Por lo menos terco –si no es que de plano necio– sí es el líder nacional Ochoa, que ve la tempestad pero no se hinca. Por los intereses de Félix González Canto, en alguna medida de Borge, pero sobre todo de su patrón el Niño Verde Jorge Emilio González Martínez, el PRI postuló a Mauricio Góngora Escalante sellando con ello su escandalosa derrota. Ahora la necedad está a punto de causar la diáspora de los cuadros más valiosos de lo que queda del PRI, pero eso no parece importarle a nadie, sobre todo porque la próxima elección presidencial está irremediablemente perdida. Ya los disfuncionales líderes priistas mejor consideran que de lo perdido lo que aparezca es bueno y los políticos capaces ya tienen la mano sobre el picaporte.

Triste destino.

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