PRI, la guerra por los despojos

En la guerra por la dirigencia del PRI lo que menos ha importado a quienes la buscan o se aferran a ella son los militantes...

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En la guerra por la dirigencia del PRI lo que menos ha importado a quienes la buscan o se aferran a ella son los militantes, no hay un plan para enfrentar los procesos electorales, no hay una estrategia para reencontrar la simpatía o aval ciudadano; vaya, no hay nada más allá que la inercia de unos y la ambición de otros.

Y sin embargo aquí seguimos hablando de la “guerra por los despojos”, no por la importancia de los “restos”, sino por lo inconcebible que resulta que las partes en conflicto justifiquen en la consecución o mantenimiento de la dirigencia la sobrevivencia del partido. Si interesados estuvieran, ya habrían recorrido las calles para encontrar adeptos; pero no, se reúnen los “notables” para exigir la sustitución de la dirigencia.

No hay nada de defendible, por cierto, en los actuales dirigentes, Raymundo King de la Rosa representa la imagen de la derrota en las urnas, y en los hechos así es, pues durante su mandato el PRI perdió la gubernatura por primera vez en su historia, claro está que desde el Ejecutivo, Roberto Borge Angulo dirigió ese “barco rumbo al iceberg”, pero hasta eso representa el actual dirigente: el último reducto de los intereses de un grupo político que, por el bien de Quintana Roo, no deberá regresar al poder, por lo menos, por algunas décadas.

Si el PRI perdió no sólo es porque no logró comprar votos, ni solamente por la reprobación abierta a los gobiernos de Roberto Borge Angulo y Félix González Canto, sino básicamente porque no tiene simpatizantes ni militantes; es ese el problema de fondo y el cual urge resolver si pretenden seguir existiendo como partido; “notables” y dirigentes siempre ha habido, y en honor a la verdad ninguno de los actuales representa verdadera opción de “renovación” o “refundación” partidista.

¿Y entonces para qué quieren un partido sin militancia o simpatías en el electorado? Simple, para negociar con el poder. El proceso electoral federal inicia en menos de siete meses y las elecciones en las que se renovará la Presidencia de la República, la Cámara de Diputados y Senadores; y en lo local la elección o reelección de los once alcaldes, serán el 03 de junio de 2018. El PRI espera mantener “algo” a nivel de las presidencias municipales, y evidentemente quien detente el control de la “franquicia” siempre tendrá la posibilidad de “convenir” acuerdos de gobernabilidad. Para eso sirve un partido derrotado en las urnas.

Así que no, no es creíble el discurso “renovador” de los “líderes históricos”, ni es creíble su preocupación por “salvar al partido”; si lo quieren, que salgan a las calles a reencontrar militantes independientemente de la dirigencia; y por cierto, el actual dirigente tampoco lo quiere, pues con la anunciada depuración de su padrón sólo quiere desembarazarse de sus críticos, pero tampoco construye a futuro, sólo se atrinchera “a piedra y lodo”; y mientras las elecciones llegan y los competidores se alinean, que siga la guerra por los despojos en el PRI, el ganador se lleva todo.

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