Steven Richards Covey, escritor y conferencista norteamericano, autor del libro “Los siete hábitos de las personas altamente efectivas”, decía: “Tienes que decidir cuál es tu máxima prioridad y tener el coraje de decir no a otras cosas”.

El diccionario define lo que es una prioridad: la cosa que se considera más importante que otra o tiene ventaja sobre ella.

Me puse a reflexionar sobre este tema, debido a un episodio que presencié esta misma semana, cuando hacía la fila para pagar en un supermercado de la ciudad de Cancún. Una pareja con sus dos hijos pequeños tomaba los artículos del carrito y la cajera los iba acumulando a la cuenta, cuyo saldo se mostraba en la pantalla. Vi pasar artículos básicos y necesarios como pan, leche, huevos y carne y otros que desde mi punto de vista no lo son tanto, como cochecitos de juguete en miniatura, botanas gourmet o una gran botella de enjuague bucal. Cuando el importe mostrado en la pantalla se aproximaba a 1,300 pesos, empezaron a seleccionar entre lo que quedaba y me sorprendió observar que elegían dejar productos que yo considero básicos, como los alimentos, y pasaban los que en mi opinión son un poco superfluos. Cuando se alcanzó la cifra de 1,300 pesos, ordenaron a la cajera que se detuviera ahí, confiaban que ese sería el saldo con que contaban en su tarjeta. Al pasar el plástico por la ranura, el mensaje fue claro: fondos insuficientes. Entonces fueron regresando y cancelando artículos en bloques de 100 pesos e intentando sin éxito que ahora sí pasara la tarjeta. Cuando ni con menos de mil pesos lo consiguieron, desistieron de su intento y abandonaron toda su compra. En los 4 intentos que hicieron, siempre vi regresar el pan, los huevos, la carne y nunca los cochecitos ni el enjuague bucal. En cada intento observé angustia en el rostro de uno de los hijos, el mayor, quien preguntaba a su mamá: ¿Ahora sí va a pasar mamita?

Mientras tanto, un periódico en venta cerca de esa misma caja daba cuenta en un titular a ocho columnas de las decenas de miles de paquetes de mochila y útiles escolares que se están repartiendo en este regreso a clases.
Me puse a pensar y preguntarme: si el gobierno no regalara esos paquetes y los padres de familia tuvieran que comprarlos y si al llegar a la caja vieran que no alcanza para todo lo que agarraron, ¿dejarían para después las papas fritas con aderezo exótico y comprarían los útiles escolares para sus hijos?, ¿o harían lo contrario?

Y este problema no solamente ocurre en el estrato social de bajos ingresos, muchas personas aparentemente adineradas son precisamente eso, apariencia, porque no han sabido precisar cuáles son sus prioridades.

¿Cuáles son tus prioridades? Al definirlas recuerda que hay quien dice que, si tienes tres o más, entonces no tienes ninguna.