Procrastinar
El procrastinar podría explicarse en la irracionalidad de creer que somos incapaces de cumplir lo propuesto, o en el miedo al fracaso y sus pretextos como la “falta de tiempo”.
Este interesante verbo esconde entre sus letras uno de los vicios más letales para los sueños, anhelos y objetivos de todo ser humano. Me gusta referirme a este crudo hábito con una palabra que los mexicanos entendemos mejor: mañanismo. Procrastinar es sustituir lo debido con lo irrelevante, es postergar… dejar para mañana o para nunca lo que debió hacerse ayer.
El procrastinar podría explicarse en la irracionalidad de creer que somos incapaces de cumplir lo propuesto, o en el miedo al fracaso y sus pretextos como la “falta de tiempo”, o el perfeccionismo -esa obsesión a la desmedida exigencia-, o la ansiedad de un mundo demandante, o el estrés de una vida saturada. O la simple y desinteresada flojera.
“La procrastinación es el ladrón del tiempo”, dice un dicho anglosajón.
Los humanos nos creemos muy listos y olvidamos el legado evolutivo que nuestros primitivos ancestros nos heredaron. Así como nuestro cerebro tiene su lado racional e inteligente, tenemos un contrapeso reptil que responde a instintos animales: hambre, miedo, amor, sexo, etc.
El problema es que en la mayoría de los casos nuestro reptil interno tiene la última palabra. Si está trabajando en la computadora terminando un reporte y su pareja llega por atrás y le empieza a besar el cuello… bueno, digamos que es altamente probable que ese reporte no se entregue.
Negociar con nuestro lado animal es como hacerlo con un niño. A veces escuchará, a veces no. Y conseguir que obedezca desembocará en una menor procrastinación.
Sin embargo, ¿cómo lograrlo?
Si estás hambriento, cansado o deprimido, tu lado animal tomará control absoluto de ti. Tomar una decisión bajo estas circunstancias puede ser una terrible idea. Asegúrate de estar en óptimas condiciones al enfrentar una tarea.
Reforzamiento positivo. Tal como si le dieras a un niño un dulce por portarse bien, recompénsate por conseguir un objetivo o asígnate un castigo por procrastinar. Un saludable sistema de incentivos puede favorecer el éxito.
Con o sin música, al aire libre o encerrado… ajustar el ambiente es relevante, pero nada importa más que cortar las distracciones de raíz… por ejemplo, cerrando las redes sociales y apagando la TV.
Y lo más importante… bueno, eso se los comento mañana.