Propuesta de reforma: lo que se viene ahora…

Bienvenidos, señores, pero los asuntos, hasta nuevo aviso, se tramitan en el Congreso.

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A una de las mujeres más odiosas que existen, la periodista y escritora Ann Coulter, le preguntaron sus comparsas de la cadena informativa Fox News si Obama había hecho algo bien. Todavía recuerdo sus aires de insufrible insolencia, los que acostumbra la señora cada vez que le toca arremeter contra los “liberales”, los miembros del Partido Democrático y todos aquellos que no comulgan con su ideología ultraconservadora: representó primeramente un numerito de deliberado desconcierto y luego, como si por fin se topara su cabecita con un hallazgo, soltó: “Bueno, le compró un cachorro a sus hijas”. O sea, que el único logro que el presidente de Estados Unidos ha podido consumar se restringe al ámbito meramente doméstico. Obama, siendo el líder político de la nación más poderosa del planeta, no da para más: no ha remado a contracorriente para recuperar la economía luego de la crisis desatada por los especuladores, no ha rescatado la industria automotriz, no se ha ganado el reconocimiento del mundo entero, no ha implementado una trascendental reforma del sistema sanitario… No ha hecho nada de eso. Es un perfecto incapaz.

Por lo que parece, en nuestro vecino país la población también está muy dividida y los adversarios intercambian las amabilidades de rigor. No le hemos escuchado parecidas lindezas a ningún candidato perdedor, sin embargo, y creo que las descalificaciones abusivas y los denuestos corren por cuenta de los comentaristas radiofónicos (ahí tenemos a Rush Limbaugh, para mayores señas, entre otros de su pelaje), los columnistas de los diarios y los conductores de ciertos programas televisivos. Es decir, no traspasan el ámbito periodístico o, en todo caso, no son moneda corriente entre los personajes que participan directamente en las contiendas electorales o que se enfrentan desde las trincheras de los partidos políticos.

Lo interesante, vista la ferocidad de los ataques entre unos y otros, es constatar que detrás de todo ello hay una visión de país, o del proyecto de nación, y una postura ideológica. Estaríamos hablando, entonces, de que las pugnas se derivan de un concepto de lo público y de una posible evaluación de las estrategias seguidas por el Gobierno de turno. Pero, si allá los difamadores restan méritos de manera tan descarnada, entonces podemos entender que en estos pagos, donde los insultos y los escarnios se profieren en las tribunas partidistas y delante de los seguidores, cualquier propuesta de reformas habrá de encontrar la más feroz oposición. Nada nuevo bajo el sol, de cualquier manera: veremos así que,tras haber sido anunciada la reforma del sector energético, se aparecerán los infamadores de siempre. Bienvenidos, señores, pero los asuntos, hasta nuevo aviso, se tramitan en el Congreso.

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