Propuesta decorosa

Seamos amantes, le propuse al tiempo, caminando hacia él, casi flotando, con la esperanza de volverlo a enamorar.

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Seamos amantes, me propuso, el tiempo, admirando mi devoción a los recuerdos, y le miré, con la mirada en media luna, saboreando mis labios rojos de vino, llena de culpa, divertida, con su nombre fundido en el corazón, derretido sobre el corazón, pero con besos anónimos tatuados sobre el cuerpo, gritando verdades al silencio.

Seamos amantes, me propuso el tiempo, ocupando el silencio en el que él en algún momento me contempló, bajo la misma penumbra, invisiblemente tatuada de culpa, desplegando ante el momento un mapa de secretos, mientras dejaba resbalar el pudor, suave como la seda, espalda abajo, cintura abajo, rodillas abajo, hasta caer al suelo.

Con la esperanza y lo obsceno brillando en la mirada, le contemplé: Seamos amantes, le propuse al tiempo, caminando hacia él, casi flotando, con la esperanza de volverlo a enamorar, porque a veces la desnudez hace milagros, a veces, dicen, enamora, la desnudez del alma, por ejemplo.

-Seamos amantes -le dije al tiempo.

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