En días pasados recibí una invitación de mi querido amigo el Dr. Enrique Avilés para asistir a una función de ballet que proyectarían en un cine de la ciudad. 

Enrique me insistía en comprar los boletos con tiempo porque se pueden acabar, pero ustedes bien saben que en estos espectáculos siempre hay más gente en el escenario que en las butacas. Y cuál fue mi sorpresa que la sala acabo llena. 

En este nuestro Cancún varias personas (no muchas) nos hemos esforzado en hacer que haya un alto nivel cultural; entonces cuando veo que algo tan culto se llena me emociona de sobremanera. 

En esto del ballet mi querida amiga Liz Duarte con su prestigiada academia Talulah siempre hace grandes esfuerzos y ya ha recogido frutos aunque falta mucho camino por andar. 

Mi muy querida Paloma Herrero quien ha hecho circo, maroma y teatro literalmente por hacer que el teatro como recinto y en cualquier expresión que ahí se presente, sea un hábito entre todos nosotros. 

Mi amigo Emilio Reyner Portes Gil hace que la ópera, el ballet, el teatro clásico y el cine de arte sean una tradición aprovechando la existencia de la tecnología que tiene la Universidad del Caribe, sin descartar el inigualable apoyo de otro gran amigo Alberto Rocabert que sin el ello no fuere posible. 

Juanita Santín desde su trinchera en la Casa de la Cultura buscando siempre más y más diversidad. Una cadena de cines proyecta teatro, ópera y ballet de otras grandes compañías y este servidor de ustedes con el tema coro y orquesta desde que llegué a esta tierra. 

Obvio falta mencionar a más gente, sin embargo quiero recalcar que todos los mencionados y los no mencionados tenemos como propósito crear públicos, mantener públicos, enseñarle a públicos y no solo entretener, porque es muy diferente hacer cultura que entretener. 

Y qué difícil es cuando tenemos una sociedad tan apática, pero como bien dice otro hacedor de la cultura, Fernando Domínguez, nos seguirán nominando al premio de la terquenacidad a todos por tercos y por necios. Hasta la próxima semana.