¿Qué está haciendo Israel?

El hecho de que la respuesta de Israel a los ataques de Hamas pueda parecer desmesurada no exime a los dirigentes de la organización terrorista de una responsabilidad directa en esta situación.

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El mundo entero mira, con horror, las imágenes de los cadáveres de los niños de Gaza. No tienen nada que ver, esos bebés ensangrentados, con las invocaciones y los pretextos de una guerra tan incomprensible como todas las demás. Son las víctimas de siempre de una política acordada en otros lugares y por gente que nunca paga directamente el precio de sus decisiones. Justamente, ¿quién ha accionado el gatillo, quién está detrás y quién obtiene un posible beneficio de este drama escalofriante? 

El hecho de que la respuesta de Israel a los ataques de Hamas pueda parecer desmesurada no exime a los dirigentes de la organización terrorista de una responsabilidad directa en esta situación. Son ellos quienes han comandado el secuestro y asesinato de tres jóvenes israelíes y quienes han comenzado a lanzar misiles de manera indiscriminada contra Israel en lo que viene siendo toda una declaración de intenciones, más allá de que hayan declarado siempre, de la manera más explícitay manifiesta, que los judíos deben ser exterminados. Y son también ellos quienes operan y se escudan en un territorio tan densamente poblado que es imposible que una respuesta militar no cause bajas entre la población civil.

Esto no sirve de alivio a las víctimas palestinas, a esos inocentes que mueren en una total indefensión, que pierden todo su patrimonio y que enfrentan la terrorífica realidad de las bombas. Pero, inclusive cuando se perpetran escalofriantes atrocidades en un enfrentamiento tan desigual como este, hay que abrir un espacio para determinar la condición moral de cada uno de los bandos.

Y, en este sentido, no es comparable la jerarquía de unos y otros: Israel no tiene el propósito de aniquilar al pueblo palestino. Y tampoco está llevando a cabo, a pesar de todo, una ofensiva para matar deliberadamente a personas inocentes: sus acciones tienen objetivos muy concretos, los militantes de Hamas, y sus fuerzas militares tienen siempre el cuidado de no causar daños colaterales, por más que la tarea sea muy complicada frente a un enemigo que se sirve de escudos humanos para lanzar sus ofensivas. Los islamistas, por el contrario, nunca se han preocupado siquiera de disimular su intención de exterminar a todo un pueblo.

Y, en lo que toca a los medios y las estrategias, se han servido impúdicamente de terroristas suicidas para volar autobuses o restaurantes repletos de gente que tampoco tiene que ver. Y, miren ustedes, la mayor parte de las víctimas de esos despiadados ataques no han sido los judíos de Israel sino los musulmanes de Iraq, de Afganistán y de esos tantos otros lugares devastados por los extremistas. Hablando de crueldades, en Siria han muerto ya 40 mil civiles y el mundo árabe no dice casi nada.

Y tampoco nosotros parecemos particularmente horrorizados ante los crímenes de guerra perpetrados por el régimen de Bashar al-Asad. El primer problema de Gaza no es Israel, es Hamas. 

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