El lunes 30 se informó que cuatro mexicanos viajaban en un taxi por las calles de Fortaleza, Brasil, después de la derrota de la Selección ante Holanda. Y que esto habría ocurrido:

1. Desde el taxi, uno de los cuatro manoseó a una brasileña.
2. Como el acompañante de la mujer protestó, los cuatro bajaron del taxi y lo medio mataron a golpes.
3. Los mexicanos fueron detenidos por la policía local que, junto con el brasileño golpeado, construyó la narrativa referida.
4. Los mexicanos (Sergio Eguren, Rafael Medina, Ángel Rimak y Mateo Codinas) fueron encarcelados.

Con esos datos sobrevino en México el lógico linchamiento a los llamados “panistas”, pues Medina y Eguren fueron diputados por ese partido y trabajaban en la panista delegación Benito Juárez.

El viernes 4 tomaron la palabra el abogado y los familiares de los detenidos. Informaron:

1. Que en el expediente se reportan lesiones graves, pero no tocamientos ni violencia sexual.
2. Que el Ministerio Público puede mandar directamente a un sospechoso a la cárcel antes del juicio.
3. Que los “brasileños agredidos” son hijos de poderosos de Fortaleza.

“Hay contradicciones profundas en el expediente”, me dijo ayer el defensor de los cuatro, Xavier Olea. “Y aquí hay una gran complejidad jurídica para establecer el delito. Las lesiones no se pueden calificar como graves hasta los 30 días siguientes a los hechos”.

Se les negó la libertad condicional, pero apelarán a un hábeas corpus. Si no, buscarán un amparo. El juicio podría extenderse hasta finales de año.

Por lo pronto, cumplieron una semana en prisión, aislados para evitar la revancha solidaria de los internos.