Qué nos pasa, México

No necesitamos hechos como los ocurridos en Guerrero para aceptar que la educación en México es un desastre.

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Me preocupa lo que pasa en Guerrero porque le afecta a México, y lo que le afecta a los guerrerenses nos afecta a todos los mexicanos. Ser profesor debería ser un orgullo y no una vergüenza. 

En aquel estado, desde hace dos meses, los maestros de 272 centros escolares y sus miles de niños están sin clases. Estos “trabajadores de la educación” prefieren palos, tubos y varillas, en vez de libros, aulas y alumnos.

Inconformes con la reforma educativa estatal hicieron cualquier cantidad de destrozos en las instalaciones de los partidos Revolucionario Institucional, Acción Nacional, de la Revolución Democrática y Movimiento Ciudadano. Tampoco se salvó el palacio municipal de Chilpancingo.

Estas damas y caballeros docentes decidieron que una buena manera de expresar su inconformidad era ingresar a los edificios y lanzar por las ventanas aparatos y cuantos muebles se encontraron a su paso, para finalizar prendiendo fuego a las instalaciones.

No necesitamos hechos como estos para aceptar que la educación en México es un desastre, y que no sólo se lo debemos a estos vándalos y a la maestra Elba Esther Gordillo, sino a los sindicatos, a las autoridades y a nosotros como sociedad que no nos preocupa ni nos ocupa el tema educativo. 

Qué nos pasa México, acaso no nos queremos dar cuenta de que los países avanzados son los más educados. Estamos inmóviles esperando que en unos años China y las superpotencias nos arrasen, mientras nosotros seguimos siendo unos mal educados. Sus ciudadanos no tienen dos cerebros ni son más inteligentes que nosotros. 

Lo que nos hace diferentes es la educación, que siempre debería ser prioridad en las agendas de los gobiernos, incluida la voluntad política para generar los cambios y poner orden. 

Espero que el gobierno de Guerrero cumpla lo que anunció de contratar a 800 maestros, y que no lo haga de manera temporal, sino permanente. Cuánto deseo que cada uno de los disidentes no vuelva a dar clases ni vuelva a tener ninguna responsabilidad en instituciones educativas porque ya han lacerado a un lugar del país que mucho necesita de ellos.

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