¿Qué queda del PRD después de Iguala?
La tragedia de los normalistas dejo al partido sin prestigio, sin embargo, creen que lograron deslindarse de Abarca o que la confusión creada sobre quién en verdad lo propuso al partido les quita responsabilidad.
Ayer el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas pidió a Carlos Navarrete y al resto del Comité Ejecutivo Nacional que renuncien a sus posiciones para iniciar un proceso de refundación del Partido de la Revolución Democrática que, en opinión de su fundador, "está a punto de disolverse o de quedar como una simple franquicia político-electoral, subordinada a intereses ajenos a los de su amplia base militante, a partir de encontrarse inmerso en un ya largo proceso de pérdida de autoridad moral como institución y de pérdida de autoridad moral de sus dirigentes; de disminución creciente de su militancia en toda la Republica; de pérdida de presencia y credibilidad ante la opinión pública; y de pérdida de credibilidad de las representaciones que de él han surgido".
Cárdenas propone que se integre una "dirección provisional con representación real de bases regionales y de corrientes de opinión representativas de la pluralidad político-ideológica del partido", para después convocar a un Congreso que rehaga las normas y reglas del principal partido de la izquierda mexicana.
El golpe que la tragedia de Iguala ha dado al prestigio del partido parece, sin embargo, no haber conmovido suficiente a la actual dirigencia perredista. Creen que lograron deslindarse de Abarca o que la confusión creada sobre quién en verdad lo propuso al partido les quita responsabilidad.
Tan es así que ya trabajan —no muy lejos de Ángel Aguirre— en la selección de un candidato a gobernador para las elecciones del próximo año, uno que no sea Armando Ríos Piter, a quien el aguirrismo ha quitado su confianza después de que el senador solicitara públicamente al exgobernador que pidiera licencia.
El golpe de Iguala, sin embargo, podría tener consecuencias mayores en el Distrito Federal en donde Morena centrará sus esfuerzos en tres delegaciones: Iztapalapa, Cuauhtémoc y Tlalpan. Y no sería extraño que el partido de AMLO obtuviera suficientes votos para disputar el liderazgo de la Asamblea.
En la Cámara de Diputados, las elecciones intermedias no son una buena noticia para el sol azteca, acostumbrado desde 2006 a cabalgar sobre los hombros de López Obrador; 17 por ciento en 2003, 12 por ciento en 2009.
No parece una locura pensar en un PRD por debajo del 10 por ciento de la votación y sin el control absoluto de la capital del país.
Tal vez Los Chuchos deberían leer con mucho cuidado la carta de Cárdenas.