¿Qué tan difícil es arreglar un tren?

Las vías de La Bestia están en pésimo estado, deterioradas por los embates de la naturaleza y nunca se recuperaron del huracán Stan en 2005.

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La interminable tragedia que significa la existencia de ese tren que conocemos como La Bestia y la tragedia puntual de ayer, cuando un descarrilamiento costó la vida a un puñado de migrantes y dejó heridos a una veintena es un buen botón de muestra de la ineficiente e inexplicable manera en que actúa desde hace muchos años el gobierno mexicano.

Hace por lo menos seis años que venimos escuchando de La Bestia. No hay corresponsal extranjero que no haya hecho el trayecto, fotógrafo que se precie de serlo que no haya traído dramáticas fotografías de aquel horror, jóvenes periodistas para los que esa crónica es una especie de rito iniciático. Hay libros y documentales. Hay un largo informe de la CNDH, hemos premiado al padre Solalinde por sus esfuerzos para ayudar a los centroamericanos que tienen que padecer el temible viaje. 

Lo que en todo este tiempo el gobierno mexicano no ha podido hacer es arreglar el tren. Las vías están en pésimo estado, deterioradas por los embates de la naturaleza y nunca se recuperaron del huracán Stan en 2005. Esto obliga a que los trenes circulen a baja velocidad, lo que permite, primero, que los migrantes se suban, y, después, que la delincuencia haga de la suyas.

Esas rutas han sido operadas en estos años por la empresa de capital mayoritario del gobierno, Ferrocarril del Istmo de Tehuantepec, que depende de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, que opera también las estaciones y los patios entre Salina Cruz y Medias Aguas.

¿En serio el Estado mexicano no ha podido en ocho años arreglar las vías, controlar una ruta de tren para que no se suban los migrantes, o se suban en otras condiciones, o no sean robados, asaltados y violados?

¿No era una buena manera de tener una victoria entre la opinión pública, ante la comunidad de derechos humanos?

Visto como un proyecto de infraestructura, seguro que daba empleos, y a mejores trayectos, quiero suponer, habría ganancias en productividad y eficiencia para los que transportan su carga.

En fin, no puedo ver el mal ángulo a haber invertido para que La Bestia fuera solo un tren de carga y no el póster en el mundo del trato que México da a los migrantes. Pero no lo hicieron. 

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