Lo que el teatro hace por nosotros

Entre lo más grato que me ha dado esta disciplina está reencontrarme con alumnos a los que di clases cuando estaban en la primaria.

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Entre lo más grato que me ha dado el teatro está reencontrarme con alumnos a los que di clases cuando estaban en la primaria. Mis primeras clases de teatro las impartí en Educrea, guardo gratísimos recuerdos de esa maravillosa escuela y del gentil director Eduardo Monforte. Algunos de mis ex alumnos me han buscado en el teatro, hoy son exitosos profesionistas que no se dedican al teatro pero recuerdan con el mismo cariño que yo esos tiempos. Una de aquellas alumnas, Elaine Reyes, está haciendo sus prácticas de medicina en Yacolbá. Fue a verme al teatro y me invitó a presentar 'Del manantial del corazón' a un grupo de embarazadas y a estudiantes mayahablantes. Con el apoyo de la Sedeculta y el Programa Nacional de Teatro Escolar, presentamos nuestra obra que habla de la maternidad y representa la ceremonia del Jetz Meek. Meses después me entero que los jóvenes hicieron una obra inspirada en nuestra obra  'X’jetz meek', misma que se presentó el 21 de febrero como parte de las celebraciones de la lengua materna, ganando el primer lugar y siendo invitados a presentarse el 21 de marzo en Calotmul. 

Nunca deja de sorprenderme lo que hace el teatro, la ceremonia del Jetz Meek se realiza en la comunidad como parte de su cotidianidad, por eso me impresiona cómo el teatro sustrae el rito, lo representa, los jóvenes lo ven y les parece valioso, tanto como para organizarse y hacer una obra sobre ello completamente en maya. Tomar un rito, representarlo en el teatro y devolverlo a la comunidad era uno de mis objetivos, jamás imaginé que la comunidad al recibir el rito teatralizado generara su propia obra con sus propios méritos y resultados. Nunca he menospreciado lo que el teatro hace por nosotros, pero sí me asombran los extraordinarios sucesos que genera, sobre todo en los que no tienen acceso a él. El teatro me permite no sólo escribir obras y representarlas, me permite encontrar personas  privadas de su libertad, violentadas,  abandonadas pero con la palabra justa para transformar la sociedad. Es hermoso encontrar a aquellos que conocí cuando niños, los primeros en llamarme maestra y enseñarme a enseñar teatro. Una felicidad infinita se apodera de mi cuando al salir del teatro se acercan y me dicen: '¿Te acuerdas de mí? Me diste clase cuando tenía cinco años', entonces mis ojos intentan encontrar los ojos de un niño que hoy es doctor, cantante, maestro, ojos de niño que un día el teatro puso en mi vida para siempre. Nadie que sea inteligente deberá menospreciar el teatro y su repercusión en la vida y la sociedad.

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