¿Quién gana y quién pierde con la Reserva de la Biosfera del Caribe Mexicano?

A veces me cuesta trabajo distinguir las razones por las cuáles se ponen posturas...

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A veces me cuesta trabajo distinguir las razones por las cuáles se ponen posturas en la mesa tan divergentes sobre un mismo tema, en especial en esta zona del país y más en especial en temas relacionados con temas ambientales y sociales.

Y esto no es nuevo, se ha dado en muchos momentos y con diversos temas: pero ahora ha vuelto a suceder con la propuesta y consulta pública de la Reserva de la Biosfera del Caribe Mexicano, una nueva área natural protegida en Quintana Roo.

Sin duda el tema es complejo.

Una de las razones tiene que ver con el manejo: tener una nueva Área Natural Protegida de 5,662,859.1 de hectáreas no es poca cosa; para que se den una idea, hoy México protege alrededor de 25 millones de hectáreas, lo que significa que con esta nueva Reserva de la Biosfera aumentará 20% la superficie protegida del país. Pero ojo, habrá que ver si los presupuestos para los siguientes años aumentan también de la misma manera, ya que de lo contrario, podría convertirse en una reserva de “papel” sin nadie que pueda gestionarla.

Una de las preocupaciones fuertes del sector empresarial son las implicaciones que esto puede tener en sus desarrollos; recordemos que la superficie es más marina que terrestre, y la superficie terrestre abarca la zona norte, en el municipio de Lázaro Cárdenas, y un poco de la Riviera Maya, en el área de Xcacel – Xcacelito, que ya es un área protegida estatal.

Pero aún si ésta área protegida abarcara superficies en predios de uso turístico, recordemos que el Articulo Transitorio Quinto del Reglamento de la LGEEPA en Materia de Áreas Naturales Protegidas menciona: "las actividades productivas en las áreas naturales protegidas que se desarrollaban con anterioridad a la expedición de la Declaratoria correspondiente, podrán continuar realizándose siempre y cuando se cumpla con lo establecido en las disposiciones legales y reglamentarias aplicables en materia ambiental"; es decir, existen ya derechos adquiridos.

Es cierto que siempre los cambios generan resistencia, y más aún cuando se tratan de temas relacionados con restricciones o modificaciones en el status quo; pero si vemos estos temas a corto plazo, y no vemos lo que significa en su contexto amplio, probablemente estemos preocupados por la inmediatez y no estemos viendo oportunidades en el mediano y largo plazo. ¿Se imaginan lo que representa en imagen y oportunidades de promoción decir que nuestros destinos tienen como “patio de atrás” una Reserva de la Biosfera?

Tratando de responder la pregunta inicial y tomando en cuenta una visión a largo plazo, pondré en consideración algunas respuestas:

Primero, definitivamente gana México y gana Quintana Roo, al posicionarse a nivel internacional como un país y un estado que, además del desarrollo turístico, se compromete con el cuidado de sus recursos.

Segundo, gana el empresario (aunque últimamente parece que no se ve así) ya que sus predios aumentan la plusvalía al localizarse aledaños a un área natural protegida; si lo dudan, vean el valor de la tierra en Sian Ka’an y sus alrededores con el paso de los años; la región se vuelve exclusiva, se puede atraer a otros mercados, se puede vender más caro.

Tercero, ganan las organizaciones de la sociedad civil, ya que el trabajo que realizan ya y seguirán realizando se potencia al tener como objeto de conservación una Reserva de la Biosfera; seguramente habrá más fondos para sus esfuerzos.

Y aunque no lo crean, gana la autoridad federal, siempre y cuando aprovechen la gran oportunidad de integrar al sector privado turístico, al sector social y a las comunidades en la gestión de esta nueva Área Natural Protegida; proponer modelos innovadores de protección y gestión debe ser su responsabilidad, y debe ser un compromiso de todos.

Aunque también podemos perder todos, si seguimos polarizando el tema, si no nos sentamos a conversar, si seguimos subiendo información a medios de comunicación que tienen impacto directo en nuestros destinos, en los que pareciera que las decisiones, de unos y otros, en lugar de posicionarnos como un destino líder, nos hacen ver como un lugar caótico, desconfiable e inseguro, para la inversión y para la visitación.

No perdamos, hagamos sinergia para que este proceso sea modelo de colaboración conjunta; divididos, sin duda, no llegaremos a ningún lado.

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