¿Quién se enfrenta a Greta Garbo?
Los tiempos de Gustavo Madero han sido de mucho desgaste, y él se ha convertido en factor de división.
El miércoles que conversé con Gustavo Madero me quedó claro que aunque su mujer —quien le dio la idea de lo de Greta Garbo— insiste en que ya estuvo bueno y que deje la presidencia del PAN, él sí quiere competir para reelegirse y, en sus palabras, “consolidar el cambio que se está dando en el partido”.
Los resultados del domingo, sobre todo el triunfo en Baja California, con todo y berrinche priista, le da el aire que necesita para seguir hasta diciembre y sentarse en la mesa del Pacto en estos meses.
Más allá de los escarceos electorales, lo veremos pronto reunirse con César Camacho y con Jesús Zambrano para discutir las reformas enumeradas en el Pacto para este semestre. Y creo que intentará reelegirse como líder panista.
Sus adversarios internos, que se replegaron en las últimas semanas de elecciones, habrán de reagruparse y repensar su estrategia si es que quieren capturar al partido.
Pocos dudan de que Ernesto Cordero lo intentará, pero antes tendrá que medir su fuerza real entre panistas. Con todo el apoyo del Presidente no logró derrotar a Josefina en la interna de hace año y medio; su defenestración en la fracción del Senado lo hizo ver débil, su grupo no parece tan sólido como hace dos meses.
En Baja California, el domingo del triunfo, estuvo Josefina Vázquez Mota. En un papel secundario, pero activo. Su relación con los maderistas es tensa, pero más respetuosa que la de los calderonistas. Sigue siendo muy popular entre los panistas de calle. Escogió las elecciones para regresar, pero lo ha hecho a medias. No sabemos qué quiere o cómo lo quiere. Ni siquiera por qué desapareció tanto tiempo.
Juan Manuel Olivia y José Luis Romero Hicks, y vaya usted a saber si hasta Santiago Creel, podrían ser parte del reparto, pero dudo que alcancen papeles principales.
Es cierto: los tiempos de Gustavo Madero han sido de mucho desgaste y él se ha convertido en factor de división.
Pero como dirían en otros tiempos y otros partidos, por lo pronto, la caballada, para retarlo, anda flaca.