Quieren un poco de humanidad, por Dios

Madres que buscan a sus hijos desaparecidos están en huelga de hambre a las afueras de PGR; su ambre es de justicia, pero también de higiene ¡ayúdenlos por favor!

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He sido un crítico de la toma de calles en la Ciudad de México. Hoy hago una excepción.

Hace siete días se instaló en una cuadra de la lateral de Reforma, entre Río Guadiana y Río Neva, enfrente de la entrada principal del edificio de la PGR, un diminuto campamento que se hace llamar Madres y Familiares de Hijos y Desaparecidos en Huelga de Hambre.

No entro en la discusión sobre las formas, pertinencia y alcances de una protesta que, según los huelguistas, tiene por objetivo “sentar al gabinete y al presidente Peña Nieto para que nos digan quién va a buscar a nuestros hijos”.

Me quedo con la manera en que están sobrellevando los días, la huelga de hambre.

Platiqué ayer en la tarde con las siete madres (Alicia Trejo, Ana María Maldonado, Dolores Rodríguez, Erica Montes de Oca, Nancy Rosete, Margarita López y Olga Reyes) y el padre (Atanacio Rodríguez). Tres son de la capital, los otros vienen de Coacalco, Hidalgo, Veracruz, Michoacán y Ciudad Juárez.

Además de la atención del gobierno federal y la PGR, piden que les vacíen los dos sanitarios portátiles, un par de focos para atenuar la oscuridad, trampas para las ratas gigantes que salen de tres coladeras, una tarima para elevar sus tiendas de campaña, pues la instalación del campamento coincidió con el inicio de la temporada de lluvias. Cosas por el estilo.

Tenían las cobijas en la banqueta para que se secaran, pero amenazaba tormenta. Toman suero oral y miel. Usan cubrebocas azules. Los ojos son tristísimos. Alguien, no hace mucho, se llevó a sus hijos. Tarimas, ratoneras, un mínimo de higiene, unos focos, un poco de humanidad, por Dios.

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