La quiniela de Vicente

Vicente, con su provocador ingenio, llegó a instaurar en los más de 20 años de noches de jueves y viernes, que jugábamos dominó, mientras devorábamos tacos o tortas: las quinielas de la muerte.

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José Luis Martínez (su Laberinto del sábado será de colección) me regaló anoche estas líneas fechadas el 29 de julio:

Queridos compañeros del jueves: perdón por la tardanza. Agradezco a todos y cada uno de ustedes las palabras y los regalos que he recibido. No tengo muchas esperanzas, pero me defenderé todo lo que pueda. Mi cariño y abrazos. Vicente Leñero.

“Se está muriendo…”, me había dicho (quizás en junio) un Carlos Puig explicablemente compungido, enterado a su vez por Eugenia, quien con Estela, Isabel y Mariana formaron el pócar de hijas que con su madre, la psicóloga Estela Franco, integraban la quintilla de reinas del mejor periodista que me ha tocado conocer (“el verdadero periodista es el reportero”, solía él decir).

Mi hermano Marco Antonio me recordó ayer lo que Vicente, con su provocador ingenio, llegó a instaurar en los más de 20 años de noches de jueves y viernes en que jugábamos dominó mientras devorábamos tacos o tortas: las quinielas de la muerte.

La suya lo alcanzó, pero nadie gana. Perdimos todos.

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