¿Quisieras saber tu futuro?

Conocer nuestro futuro nos puede traer interesantes beneficios.

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Saber que se acerca el viernes puede ser tan emocionante como el fin de semana mismo. ¿Cómo te sentirías a pocos días de viajar a ese lugar que tanto soñaste? Conocer nuestro futuro nos puede traer interesantes beneficios.

Sin embargo, supongamos que el destino nos depara una horrible enfermedad que te causará alucinaciones, delirios, paranoia, dificultad para pensar y recordar, una profunda depresión, la pérdida del control de los movimientos de tu cuerpo y, como si fuera el mayor alivio, la muerte.

¿Qué harías si supieras que, en unos años, ese será tu trágico final?

¿Seguirías estudiando? ¿Pedirías un préstamo? ¿Te casarías?

Esta pesadilla existe, es incurable y se llama enfermedad de Huntington. Es puramente hereditaria: si alguno de tus padres la padece, tendrás 50% de probabilidades de poseer el gen que la causa. 

Si estuvieras en riesgo, ¿te harías una prueba para saber si la heredaste?

Si la enfermedad es incurable, ¿qué propósito habría en saber si en el futuro la padecerás o no? La respuesta a esa pregunta es un callejón sin salida que abre debates muy complicados: ¿debe una persona con el gen IT15 -que provoca este mal- privarse de la posibilidad de tener hijos?

¿Debe ser sujeto a crédito o a un seguro de vida? ¿Bajo qué condiciones podría ser contratado en una empresa?

¿Debe un gobierno permitirle la eutanasia, como en Suiza y Holanda, cuando empiece a experimentar esta insufrible enfermedad? 

Sólo el 5% de las personas que están en riesgo de heredar Huntington se atreve a hacerse la prueba de sangre y así saber su futuro para tomar decisiones. 

¿Podemos culpar al 95 por ciento restante que prefiere la incertidumbre? No. Esa es la realidad humana: muy dentro de nosotros preferimos no saber nuestro futuro. 

Hagamos a un lado a psíquicos y adivinadores fraudulentos, cuando se trata de predecir el futuro de nuestra salud con seriedad, de la única manera posible –con exámenes médicos y pruebas de laboratorio–, preferimos evitarlo. 

Y esa irracionalidad termina matándonos, como en el caso del cáncer de mama y otras enfermedades que se pueden detectar y curar. 

Si verdaderamente crees que te interesa saber tu futuro, pregúntate: ¿cuándo fue la última vez que mandaste tu sangre y orina a un laboratorio?

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