Racismo invisible
Si pensamos en nuestro Estado también podemos tener nuestros propios rangos para discriminar: producida, huira, cuch vestida, malix, mestiza...
“La Pinche India” es una obra del doctor Mario Cantú que se está presentando en Mérida. Una obra ruda, de esas comedias que nos hacen pensar: ¿De qué me estoy riendo? Un texto escrito sin concesiones, que cuestiona el espantoso racismo, tan común y a veces tan poco visible en nuestro país.
Con su humor ácido y una construcción precisa de los personajes, el Dr. Cantú nos presenta a “Gigi”, el estereotipo de la rubia tonta que habita un mundo perfecto. Sin embargo, un inesperado virus se adueña de ella y despierta convertida en una india: morena, peluda y con trenzas. ¿Cómo curarse de semejante enfermedad? ¿Qué hacen las indias? ¿Trapean? ¿Echan tortillas? ¿Bordan? La obra es el viacrucis de este personaje, el rechazo y la irracionalidad de todas las puertas que se cierran por sus rasgos indígenas.
Su novio, que antes era un caballero, ahora se siente inusualmente excitado por su nuevo aspecto; pues las indias son muy ardientes ¿No? Estrenada en Mérida bajo la dirección de Pablo Herrero, la obra tendrá funciones el 9 de diciembre, a las 20 horas, en el Teatro Libertad, posteriormente cierra su temporada del 12 al 15 de diciembre en el Foro Rubén Chacón. El elenco está integrado por Socorro Loeza, Marysol Ochoa, Teo Flores, Xhail Espadas, Carlos Molina y Pablo Herrero.
Además de montar la obra de teatro, el grupo inició una campaña antirracista en sus redes sociales. Una obra importantísima no sólo por los aires de discriminación que emanan del nuevo presidente de Estados Unidos, sino también porque la exhibición exacerbada en los medios nos ha vuelto expertos en discriminar a los tontos, nacos, piojos, gordos, flacos, borrachos, gruperos… y etcétera.
Si pensamos en nuestro Estado también podemos tener nuestros propios rangos para discriminar: producida, huira, cuch vestida, malix, mestiza. Son tiempos de reordenar nuestros pensamientos, de cuestionar moldes caducos de nuestra educación, son tiempos de ir al teatro y ver obras que nos hagan pensar. Yo también he vivido discriminación por ser autodidacta, por insistir en seguir siendo yo y negarme a entrar al mundo de la mujer “producida” todo ello me ha cerrado varias puertas, pero sin duda las puertas que se han abierto son puertas a favor de la identidad y la individualidad. No se pierdan “La Pinche India”, abramos las puertas que dejen entrar luz al buen teatro en Yucatán.