La Regina y las posadas

Hoy en día, la mujer tiene opciones. Puede estudiar o no, trabajar o no, casarse o no, tener hijos o no, en cambio los hombres, seguimos con las mismas opciones de siempre: trabajo o cárcel.

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Llegó la Regina a completar las actividades caseras propias de la limpieza. Alegre y de moral flácida, su fugaz vestimenta dejaba entrever una figura que demuestra lo desprendida de la madre naturaleza el día que la decidió.

Al admirarla, algunos recuerdan que el sexo sin amor es una experiencia sin sentido…  pero que, tratándose de los sinsentidos del mundo, es, sin duda, dicen, el mejor. “¿Cómo estás, Regina?”. “Bien, Don. Ayer fui con los niños a una posada. Hubo hasta un mago para entretenerlos”. “Ah, qué bueno”. “Sí. El dichoso mago al final dijo: ‘Para mi último acto, voy a necesitar a una mujer y un preservativo’, y me invitó a pasar”. “¡Qué descarado! ¿Y qué hiciste, Regina?” “Pues nos fuimos, Don”. “Bien hecho. ¿Qué te dijeron los niños?”. “Ah, no supe, ellos se quedaron”. “Regina…”. “Don, no sea anticuado. Es la época de la liberación de la mujer y la equidad de género”.

“Eso es cierto. Hoy en día, la mujer tiene opciones. Puede estudiar o no, trabajar o no, casarse o no, tener hijos o no; casarse y no tenerlos o no casarse y tenerlos… Nosotros los hombres, seguimos con las mismas opciones de siempre: trabajo o cárcel”. “¿A poco no somos más inteligentes, Don?”.

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