Regreso sin fin

Nos gusta tenernos lejos para saber tenernos cerca. Nos gusta encontrarnos de vez en cuando entre recuerdos que parecen cada vez más ajenos, para dejarnos morir.

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Él ha regresado incontables veces de las mil maneras en que hubiera deseado no conocerle jamás. Es la filosofía de Bukowski en persona. Es mi método, es mi antídoto. Me hace pertenecerle cada vez más mientras mi recuerdo le parece más ajeno.  

Y que conste que me pude haber enamorado de cualquier otro momento, mientras continúa sin ser el instante que pensé que era, y nos vamos pareciendo cada vez más, pues le gusta tenerme cerca para saber tenerme lejos, pues me gusta tenerle lejos para saber tenerle cerca.

Y cerca le tengo con los últimos rayos de sol que imitan a la perfección su mirada ámbar,  cerca le tengo con la imperfección de lo perfecto, que lleva grabado su perfil, y sólo el cielo que se asoma desde lo alto conoce el vértigo del que es capaz cuando imita el arrullo que lleva el viento, al pronunciar mi nombre. Y cerca le tengo así, mientras continúa sin ser el instante que pensé que era.  

Nos gusta tenernos lejos para saber tenernos cerca. Nos gusta encontrarnos de vez en cuando entre recuerdos que parecen cada vez más ajenos, para dejarnos morir, uno en las manos del otro, y mientras, regreso incontables veces de las mil maneras en que hubiera deseado que no me conociera jamás. 

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