Renán Barrera y la marca PAN

El ex alcalde de Mérida quiere revivir viejas glorias y al amparo del posicionamiento en el escenario de la política nacional de la marca PAN, se placea por acá y por allá.

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El coordinador nacional de alcaldes y miembro del Comité Permanente del Consejo Nacional del PAN, Renán Barrera, está intentando generar la percepción de que él sería el candidato “natural” a la gubernatura por el PAN y que cuenta con el apoyo total e irrestricto de Ricardo Anaya para sus aspiraciones.

De alguna manera, el ex alcalde de Mérida quiere revivir viejas glorias y al amparo del posicionamiento en el escenario de la política nacional de la marca PAN, se placea por acá y por allá, sin tomar en cuenta que hoy los panistas todavía esperan que Margarita Zavala, Rafael Anaya y Rafael Moreno Valle logren definir de común acuerdo los términos de la competencia interna.

Porque más allá de las aspiraciones prematuras del ex alcalde y su desesperación por acaparar reflectores, todavía persiste la duda detrás del renancismo que dejó una pesada herencia al alcalde Mauricio Vila: el fracaso del Centro Comercial Popular, las autorizaciones de última hora en el Cabildo para permutas de terrenos, el desastre del Parque de Deportes Extremos que se convirtió en un lunar, el crecimiento de los tianguis en los parques de Mérida y hasta la descarada proliferación de carritos de perros calientes que favorecieron a un familiar de su ex oficial mayor, Mario Martínez Laviada. 

En un boletín que mandó a los medios desde una cuenta de correo que se usó durante su administración municipal, Barrera Concha presume que rescató a las familias de la “Mielera” de la pobreza, pero guarda silencio sobre las obras del ramo 33 que se aplicaron en Tixcuytún, cuyas irregularidades fueron, en su momento,  señaladas por la agrupación Acciones Líderes. 
Renán Barrera ya aprendió una ley natural dentro de este sistema: las células políticas tienen que comerse unas a otras para seguir sobreviviendo y en este sentido toda la camarilla renancista que aún cobra en el Ayuntamiento de Mérida sigue operando en favor del ex alcalde. Esta camarilla sabe que un proceso interno no refleja lo que quieren los ciudadanos sino quién tiene el control interno del padrón. 

No es casualidad que Valerie Amador, Irving Berlín, Primo Martínez y, por supuesto, una decena de subdirectores sigan jugando un doble juego para asegurarse un hueso más con Renán o con Mauricio Vila, pues han entendido muy bien que la marca PAN está de regreso y que esta semana acaparó el escenario mediático de una manera que debería preocupar al resto de los partidos.

Más allá de las consideraciones de cómo se las gasta cada uno de los aspirantes  panistas yucatecos a la gubernatura o a la alcaldía, lo evidente es que han recuperado la expectativa de triunfo y de poder que en cualquier momento se le saldrá de control a Raúl Paz Alonzo. Es  obvio que la clase política albiazul está concentrada en Mérida y deja de ver el interior del Estado, en donde quien está cerca de los militantes es el diputado Joaquín Díaz Mena. 

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