Renovemos la confianza
Tristemente cada día escuchamos menos la tan conocida frase: ¡Sólo con verlo doctor, me curo!...
Con preocupación percibimos que el paciente va perdiendo confianza en su prestador de salud. La imagen del médico en otras épocas lograba trascender más allá de lo material, alcanzando inclusive un nivel espiritual. Esa “conexión integral” era casi una garantía de cura para cualquier dolencia. Tristemente cada día escuchamos menos la tan conocida frase: ¡Sólo con verlo doctor, me curo!
A la luz de un análisis serio, maduro y no estigmatizado, nos preguntamos los porqués y encontramos dos grandes aristas. Por un lado, hay médicos que van desde la falta de capacitación, actualización y/o experiencia –transitando por las disidencias de criterios diagnósticos-, hasta llegar al protagonismo y quienes, sin importar la ética, destruyen a su colega o institución con tal de ganar pacientes.
En el otro extremo, tenemos a los pacientes, que practican la automedicación, ante una lluvia de “productos milagro y curas mágicas”, presentadas por charlatanes y respaldados por industrias de cuestionable ética; pero con mucho dinero, e inclusive manipulan la información médico-científica que debiera corresponder sólo a facultativos certificados. Las complicaciones no se hacen esperar cuando de enfermedades tanto agudas como crónico-degenerativas hablamos, que los obliga a buscar ansiosos o en forma urgente un real servicio.
Y en este punto convergen los 2 extremos, donde, por un lado, el doliente resiente la falta de oportunidad o atención inmediata, y, por el otro, el médico se topa con el fantasma del reto impuesto por la urgencia que exige que recomponga ese cuerpo enfermo. El espacio de confluencia bajo estas circunstancias se torna tenso, obligando a la toma de decisiones precipitadas, con poca tranquilidad ante la presión y desesperación del enfermo o sus familiares.
Por si fuera poco, tenemos un tercer actor, más destructor que los anteriores, ya que impacta las dos aristas mencionadas, me refiero al de los medicamentos “de dudosa calidad”. La Organización Mundial de la Salud insiste en que el 10% de los productos farmacéuticos que circulan en el país quedan en el entredicho.
El problema en cuanto a credibilidad, confianza y deficiencias en la atención de nuestra salud tiene múltiples aristas, por lo que corresponde a todos sumarnos y solucionarlo. Un sector salud vigilante de la calidad de sus médicos e insumos; medios de comunicación que respondan más a la preservación de nuestra integridad, con la apertura de espacios informativos y menos desinformativos. Finalmente una sociedad responsable, que con determinación responda con oportunidad seriedad y madurez, ante el llamado de su enfermedad.