Renuncia a política y encuestas

La decisión del PRD de participar en el Pacto por México ha sido uno de sus mayores aciertos, no se requiere de encuesta alguna para saberlo.

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Llama la atención que la dirección del PRD realice una encuesta para evaluar la decisión de haber suscrito el Pacto por México. Los estudios de opinión no dan para eso, ni siquiera sirve un ejercicio cualitativo o entrevistas a profundidad a grupos representativos. Lo mismo sucede cuando se seleccionan candidatos por encuesta; hacerlo significa renunciar a la política, ¿para qué decidir si una encuesta nos dice qué hacer? ¿Para qué tener elecciones y campañas, si una consulta metódica resuelve quién debe ganar?

Las encuestas se han vuelto coartada en el intento de encontrar la legitimidad que no dan las decisiones de unos o de muchos. La política debe reivindicarse y dejar a las encuesta en su ámbito y con sus limitaciones.

Para el caso, la decisión del PRD de participar en el Pacto por México ha sido uno de sus mayores aciertos, no se requiere de encuesta alguna para saberlo. Más aún, quienes en la izquierda lo impugnan lo hacen porque no quieren, al igual que el PAN, que se consoliden quienes le dirigen. López Obrador o Marcelo Ebrard están contra el Pacto por oponerse a Zambrano, al igual que a Madero lo repudian Cordero, Ruffo, Juan I. Zavala o Javier Lozano.

La realidad es que las encuestas no dan para tanto. Eso lo saben los encuestadores y quienes los 
contratan. Pero si han de servir a los objetivos políticos de quien paga ni siquiera hay debate. Tampoco sirven para seleccionar candidatos; dan indicios y en ciertos contextos resulta útil la información que proveen, pero sus límites son evidentes.

También ocurre con muchas de las decisiones políticas o de gobierno. Por ejemplo, es absurda o espuria la comparación de los primeros meses de la Presidencia de Peña Nieto con los de sus antecesores, toda vez que el actual Presidente no tiene los mismos márgenes de visibilidad en la publicidad institucional en virtud de la reforma electoral de 2007. 

Las encuestas pueden ser un engaño y no necesariamente por la manipulación del ejercicio, sino por no hacer evidente sus limitaciones y lo inadecuado para el tema que se quiere resolver. Las encuestas no sustituyen lo que es propio de la política. 

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