¡Respeto a los Acuerdos de San Andrés!

Cualquier movimiento social está preparado para la confrontación, el jaloneo, la re-re-represión y el ataque mediático, no para que el secretario de Gobernación te de palmaditas en la espalda.

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Fue lo único que les faltó exigir a los bravos politécnicos cuando frente al Palacio de Covián tuvieron que ensanchar sus aspiraciones al ver que les palomeaban todo el pliego petitorio.

Cualquier movimiento social está preparado para la confrontación, el jaloneo, la re-re-represión y el ataque mediático, no para que el secretario de Gobernación te de palmaditas en la espalda.

Esas cosas no se hacen.

Con el balón en su cancha, el movimiento politécnico saben lo que sintió #YOLOxóchitlBustamante a la hora de las encrucijadas.

De la misma manera en que la hoy ex directora del IPN no pudo resolver el crucigrama (o principio de autoridad o diálogo democrático), hoy los del #TodosSomosPolítécnicos están un poco atrapados por la anquilosada tradición de los movimientos estudiantiles (“Patria o muerte, venceremos”) y el señalamiento también histórico de que esta clase de experiencias del lucha-lucha-lucha-no-dejes-de-luchar no saben ganar: le pasó al CEU en sus diversas versiones y le ocurrió al #Yosoy132.

A punto de lograr la aceptación gubernamental, cayeron en la tentación de las exacerbaciones y las abstracciones hasta terminar diluyéndose en desgastes, enconos y contradicciones.

Hoy, a los burros blancos todos los critican y señalan. Por un lado se les exige a sus 20 años tener la experiencia, el pragmatismo y la madurez necesarios para responder como Felipe González en la transición y, por el otro, se les empuja a la radicalización para que ante el graderío no parezca que se vendieron a Osorio Chong en mangas de camisa. Un espectáculo que, dicen, será incluido en la boda de Anahí y el góber chiapaneco.

Como quiera que sea, estas cosas lo han enrarecido todo. Digo, cuando el estudiantado consigue entre varias cosas la renuncia de doña #YOLO, por lo menos valía la pena una pequeña celebración. Pero no, eso es contrarrevolucionario. Cuando Carpizo tuvo que recular con su cursi rollo de la Excelencia, Ciudad Universitaria era una fiesta.

A los politécnicos les ha faltado sentido del humor. Como lo que se exalta es la lucha combativa y la creencia de que tienen que tomar el Cuartel Moncada, todo es melodrama revolucionario.

Pero bueno, no todo está perdido, ni que fueran las Chivas, ni los dirige Navarrete, ni firmaron el Pacto por México, ni hacen chistes malos como el subcomanche Marcos.

Para exigir lo imposible, menos ingeniería y más cachondería. 

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