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Su nombre es Delia Guillermina Martínez, madre y abuela, y a la vez, entrenadora de voleibol de un equipo juvenil...

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Su nombre es Delia Guillermina Martínez, madre y abuela, y a la vez, entrenadora de voleibol de un equipo juvenil femenil en Playa del Carmen. Trabaja con jóvenes en edades que oscilan entre los 14 y 15 años. Actualmente está trabajando para tener un equipo representativo de este deporte a nivel municipal, que pueda competir a niveles más altos.

Mujer entusiasta y decidida; con la firme creencia de que el deporte es un arma potente para acercar a los jóvenes a un mundo sano y alejarlos del mundo de los vicios. “El problema de muchos de ellos es que no saben qué hacer con su tiempo libre y a veces hacen muchas tonterías”, comenta muy enfática. 

Con ella entrenan unas quince jóvenes, y dentro del mismo equipo, dos de ellas son conocidas patinadoras: Samanta y Marisol Ocampo. “Me gusta enseñar voleibol y ellas lo pueden jugar toda la vida, comenzando desde pequeñas. Montserrat y Samanta también juegan voleibol con nosotras. Ellas han tenido sus medallas en patinaje. Son excelentes deportistas. Tienen una idea de lo que es la competencia muy clara y firme. Tienen mucha visión. Son excelentes y disciplinadas. De lo poco que pueden venir a entrenar acá, le echan muchas ganas pues también están comprometidas con el patinaje. Son excelentes”, agrega.

A ambas jóvenes, Delia las comenzó a entrenar desde los ocho años de edad. En 2013, su equipo de voleibol logró una muy buena posición a nivel estatal. Lamentablemente, fue en un período de transición donde pasaban del nivel secundaria a la preparatoria, y por compromisos netamente escolares, no pudieron seguir avanzando hacia la victoria.

Delia subraya que les falta el apoyo de gobierno o instituciones para adquirir cosas tan esenciales como son los balones oficiales para esta disciplina. Muchas veces deben entrenar con otro tipo de balones de plástico, lo cual no ayuda mucho a la hora de la competencia. Además, los espacios públicos para practicar requieren cierta protección como redes para evitar que los balones salgan hacia las calles, que es donde generalmente son golpeados y dañados por autos en tránsito.

Además de los balones, también hacen falta espacios deportivos con mayor equipamiento para que las y los jóvenes tengan la facilidad de entrenar sin tener que ir a sitios alejados de donde viven, sobre todo, para poder ahorrar ese tiempo en trasladarse y compensar también sus horas de estudio.

Sin duda alguna, en Playa del Carmen, como en todo el Estado, tenemos jóvenes con mucha capacidad en diferentes disciplinas. Sólo hace falta que nuestros gobiernos inviertan más en este rubro, ofreciendo espacios más completos y oportunidades, tanto para quienes promueven el deporte desde sus trincheras, como para quienes hacen del deporte un modo de vida sano. Hay talento; falta inversión. 

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