Rincones y sucesos poco conocidos
En homenaje a la ciudad capital de Yucatán aquí le ofrecemos una síntesis de aspectos que quizá no sean muy conocidos.
Mérida cumple 475 años de fundada en el sitio que fue de la T’ho de los mayas y con las piedras y el trabajo de los indígenas. Sobre sus casi cinco siglos de existencia se ha tejido una larga historia y se han construido sucesos y han caminado personajes de todos los rincones del quehacer humano. En homenaje a la ciudad capital de Yucatán aquí le ofrecemos una síntesis de aspectos que quizá no sean muy conocidos:
Ciudad de Carola.- La Diócesis de Yucatán, en Yucatán –y esto es importante dejarlo claro- fue fundada el 16 de noviembre de 1561 como Diócesis de Yucatán y Cozumel, por bula Super speculam militantes eclesiae, de Pío IV. No obstante, vale la pena señalar, como curiosidad histórica, que en 1519, el rey Carlos I de España y V de Alemania –sucesor de los Reyes Católicos- obtuvo del papa León X la erección de una diócesis en una ciudad llamada Carola en honor del monarca en un sitio llamado Yucatán que no se sabía si era tierra firme o isla. Se nombró obispo a fray Julián Garcés, quien nunca llegó a tomar posesión, y como sede Tlaxcala.
El 19 de septiembre de 1526, Carlos V dispuso por real cédula fijar los límites –como era potestad suya- de la Diócesis Carolense, que tomó el nombre de Obispado de Yucatán y Santa María de los Remedios y cambió su sede a Puebla. La misteriosa ciudad que dio nombre a la Diócesis Carolense era llamada Carola (por Carlos V) y se suponía que estaba en algún sitio llamado Yucatán, cuya indefinida ubicación geográfica no fue obstáculo (Martiniano Alcocer Álvarez, Milenio Novedades, 6 de julio de 2015).
La Casa de Montejo.- Ningún monumento más rico en este género (plateresco) que la Casa de Montejo. Como hemos dicho, consérvanse, desgraciadamente, sólo la portada, pues el interior ha sido rehecho a gusto de los propietarios por cuyas manos ha pasado, y los mismos balcones que se ven al lado de la puerta son modernos. Debemos pues contentarnos con estudiar la portada del monumento (el “más rico en este género”).
Compónese de dos partes: la inferior construida en torno a la puerta que es arquitrabada y rematada por una gran ménsula que sostiene una repisa semioctagonal que forma parte del balcón de la parte alta. Esta se desarrolla alrededor del marco del balcón que es también arquitrabado, pero con medallones en sus ángulos que no aparecen en la puerta de abajo.
La técnica de la escultura es mucho más ruda en la parte superior que en la de abajo, la misma acomodación de las piedras y su despiece indica una época posterior y una rudeza mucho mayor. Se dice que esta obra fue hecha por los indígenas de Maní, pero la verdad es que la parte baja aparece como europea, y que es solamente en la alta donde pueden encontrarse, como a su tiempo veremos, indicios del arte indígena…
Donde ésta (la influencia indígena) es indudablemente vigorosa es en la técnica del tallado en la parte alta que no alcanza la finura de los monumentos platerescos; si a esto se agrega que la piedra es la misma con que fueron construidos los monumentos mayas, acaso piedras extraídas de los mismos templos, y que hayan servido para construir la casa… tenemos allí una emoción cercana a la realidad del indígena que labraba con su propia sangre la casa de sus conquistadores (Manuel Toussaint, en La Casa de Montejo de J. Ignacio Rubio Mañe).
Waldeck.- El aventurero francés Federico de Waldeck (Praga, 1786-París, 1875), en cuyos dibujos de los jeroglíficos mayas puso hasta elefantes que creyó ver, describe así la Casa de Montejo: “Sobre el costado sur de la Plaza Mayor se ve una casa que lleva la fecha de 1551 y que es por consiguiente contemporánea de la fundación de la ciudad (1542). Esa casa fue edificada por Don Francisco de Montejo, primer Gobernador de Yucatán, denominado Adelantado por el Emperador Carlos V. Como en esa época no había en la Provincia ni albañiles ni escultores españoles, se empleó a obreros indios.
Los trabajos fueron evidentemente dirigidos por un europeo, hombre de gusto… Cualesquiera que fuesen las ideas artísticas del arquitecto director, se reconoce en la ejecución la manera del genio yucateco. El estilo indio se revela en cada ornamento, en cada figura. En suma este edificio es curioso y digno de atención en cuanto a que muestra el paso del estilo indígena a un estilo nuevo y de carácter diferente (Viaje pintoresco y arqueológico a la Provincia de Yucatán, Mérida, 1930).