Riqueza natural

Quintana Roo es un Estado maravilloso. En él podemos encontrar muestras de la majestuosidad de nuestra madre naturaleza y cultura ancestral...

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Quintana Roo es un Estado maravilloso. En él podemos encontrar muestras de la majestuosidad de nuestra madre naturaleza y cultura ancestral. Nuestras riquezas naturales van mucho más allá que las playas de blanca arena reconocidas internacionalmente; mucho más. Adentrándonos un poco en su geografía podemos encontrar preciosas lagunas, cenotes, cavernas, parajes misteriosos y pueblos enclavados en medio de la selva.

Hoy hablaré de un lugar excepcional: la laguna Azul, localizada a nueve kilómetros de Señor, una comunidad maya perteneciente al municipio de Felipe Carrillo Puerto, a 35 kilómetros de la cabecera municipal de este municipio. Las aguas tranquilas y cristalinas de la laguna son propicias para nadar, y las muy escasas visitas le dan un aire de exclusividad, y tranquilidad insuperables. Aunque la orilla es un poco fangosa, uno puede escoger cualquiera de los tres pequeños muelles de madera, separados a más de 200 metros cada uno, para lanzarse con seguridad al agua y nadar tanto como se quiera. El lugar cuenta con algunas palapas para colgar hamacas, guarecerse de alguna lluvia sorpresiva, o para instalar un asador. A unos cien metros de la entrada hay un mirador de unos treinta metros de altura que es utilizado por muchos zopilotes en las mañanas para recibir, con las alas extendidas, el calor de los rayos del sol naciente. La vista es espectacular y digna para fotos de postales: amaneceres y atardeceres desde aquella altura adulan al más exigente espectador y lo dejan sin aliento. El esfuerzo de subir bien vale la pena.

El lugar es mantenido en orden por miembros del ejido Xmaben, y es posible acampar si así se desea, con previa autorización y un cargo extra a la ya de por sí bajísima cuota de recuperación. Las noches bajo un techo de estrellas, alguna que otra estrella fugaz aventurera, música excepcional de insectos y aves nocturnas son parte importante del ambiente nocturno y si así se quiere ver, los componentes idóneos para una noche romántica en contacto directo con la naturaleza. Los primeros rayos del sol activan a las aves cantoras, y el imprevisto concierto musical deleitan a cualquiera.

Existe una serie de senderos que conectan los tres muelles y los cenotes localizados a los extremos de la laguna, que también sirven para observar a la infinidad de aves que salen a la búsqueda del sustento diario. Se debe siempre estar alerta por los caminos de negras hormigas que atraviesan el sendero, y que han encontrado su hogar en esta parte de la selva.

Si hay algo de lo que los quintanarroenses debemos sentirnos orgullosos, es de estos lugares excepcionales; aunque reservados para almas aventureras. Es responsabilidad de todos nosotros preservarlos para que nuestras futuras generaciones también puedan gozar de estas bellezas. 

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