Rusia y Alemania; peligrosa amistad

En agosto de 1939 el mundo se encontraba a punto de entrar a su momento más triste: la Segunda Guerra Mundial. La belicosidad del gobierno de Alemania de Adolfo Hitler se encontraba de frente con el miedo de países más pobres y débiles como Polonia, Bulgaria, Rumanía, Grecia y Holanda.

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Solamente se enfrentaban a la amenaza nacionalsocialista, Inglaterra y Francia (que pronto sería también reducida). En medio de los esfuerzos por asegurar la defensa y del miedo conjunto de los europeos, el gobierno comunista de la Unión Soviética firmó un pacto de no agresión y de cooperación con Alemania. Esto dejó completamente solitario el lado este de la nación germana y le limpió el camino a Hitler para despreocuparse de los rusos hasta que llegara el momento en no le fueran más útiles.
 
Este pacto representó una ignominia para todos los países del mundo demócrata y ocultaba intenciones aún más siniestras por parte de los “defensores de los trabajadores” de la URSS, en especial de su líder, el megalómano y genocida José Stalin. Apenas un mes después de la firma de ese tratado, Alemania invadió la frontera oeste de Polonia y la URSS invadió la frontera este. Tácitamente, ambos gobiernos se engulleron en dos mitades al país en un tiempo muy corto y llevaron a cabo verdaderas masacres.
 
Los soviéticos ejecutaron a más de 22 mil personas consideradas “opositoras” en lo que ha pasado a la historia como “La Masacre de Katyn”, ordenada por el sicario en jefe del gobierno de Stalin, el temido Lavrenti Beria.
 
Este romance le compró a los rusos tiempo y les permitió exportar materias primas y petróleo a la Alemania nazi por dos años, mientras que la invasión fascista a Francia y Holanda se llevó a cabo gracias a los insumos que recibió Alemania por parte de la Unión Soviética.
 
En 1941, los alemanes, luego de asegurar su imperio occidental, decidieron que ya era hora de deshacerse de los rusos e invadieron la mitad de Polonia ya dominada por la URSS para seguir el camino hasta el codiciado petróleo de los Urales, bien dentro del territorio ruso. Algo muy curioso: la misma madrugada del inicio de la invasión alemana a Rusia cruzó de este a oeste el último tren con insumos rusos para Alemania con los tanques a escasos kilómetros de distancia, listospara invadir, así de despistados andaban.
 
Le costó semanas de confusión a Stalin reorganizar su maltrecho ejército, pues los más altos mandos habían sido ejecutados en depuraciones.
 
Parar el empuje alemán y repelerlo le significó al pueblo ruso nada menos que 20 millones de muertos entre soldados y civiles: dura lección.
 
A veces me asusto cuando oigo los discursos de la ultraizquierda latinoamericana; se perecen tanto a las bravuconerías, paranoias y rabietas de esos monstruos que me hacen temblar.
 
PD: Dicen que los norcoreanos tienen otrocohete, a ver si nos les vuelve a caer encimacomo el último...

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