Sacar ventaja...

El PRI resulta no sólo torcido sino falso, sobre todo después de que la alternancia nos ha enseñado que los del PAN no son la blanca palomita que pregonan y los del PRD tampoco.

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Es un lugar común, en temporada de elecciones, escuchar la afirmación de que el problema principal de México es el gobierno corrupto, o que tiene políticos y funcionarios corruptos, lo que resulta, en mi perspectiva, una visión sesgada del asunto; complementarla aduciendo que lo único que se requiere para corregirlo es acabar con, o votar contra, el PRI resulta no sólo torcido sino falso, sobre todo después de que la alternancia nos ha enseñado que los del PAN no son la blanca palomita que pregonan y los del PRD tampoco.

El problema es la corrupción, no es de un solo partido, ni sólo de los gobiernos corruptos. Pero vayamos por partes: una definición simple de una persona corrupta es aquella brinca las reglas para sacar ventaja, sean económicas o de cualquier otro tipo, medibles o no en dinero; desde quien le da una “mordida” al policía para que no le recete una multa,  hasta el que usa sus influencias o “amistades” para aventajar a los que sí las cumplen, pasando por aquellos que brincan la cola del camión o la del banco para ganar lugar o tiempo.

Robert  Giuliani, ex alcalde de Nueva York, famoso porque redujo sus índices de criminalidad con el programa “Cero Tolerancia”, decía que hay que atacar a la delincuencia desde sus bases, sus orígenes, enseñándoles a los niños a cumplir estrictamente con las reglas, porque quien las viola, por mínimas que fueran, perjudica a la sociedad, es decir a los que sí cumplen las normas. O sea que la tarea de combatir la delincuencia, como sabemos en Yucatán,  no es sólo de los cuerpos policíacos sino de toda la comunidad.

Sobre la corrupción puede decirse lo mismo: por una parte, hay que ver que los que incumplan las normas  no puedan sacar partido, es decir ganancia, de su fraudulenta conducta; por la otra, hay que tomar en cuenta que no puede existir corrupto sin corruptor; funcionario de gobierno corrupto, inspector, por ejemplo, sin que haya gente, empresario verbigracia, dispuesta a pagar por no cumplir las reglas. En tanto salga más barato violar la ley que cumplirla, sin duda seguirá habiendo corrupción.

Y aunque resulta evidente que quien viole la ley hará todo lo posible por evitar incriminarse, hay conductas verdaderamente chocantes, que bordean el cinismo -como la de los empresarios que se turnan para ganar licitaciones presentando posturas alzadas cuando no les toca- que no pueden ser toleradas, pues su comportamiento es lo que crea las condiciones para la reproducción y supervivencia de la corrupción.

Por eso creo que el  Ayuntamiento de Mérida, antes de pronunciar declaraciones en contra de la corrupción en términos generales, debe ocuparse, como es su obligación, en dar puntual respuesta a las denuncias de integrantes del cuerpo edilicio de haber desviado los recursos del Ramo 33, destinados por la Federación a el combate a la pobreza, para construir infraestructura carretera con el fin de beneficiar a mercaderes de terrenos. De lo contrario se puede entender que usan el grito de: ¡Al ladrón! para esconder sus propias fechorías.

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