La salud, compromiso compartido

Hay que educarnos, leer, buscar orientación, realizar ejercicio, cuidar nuestra alimentación, manejar el estrés, dormir con calidad y promover valores que permitan evitar la enfermedad.

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Octubre encierra varias fechas, que obligan a destacar la importancia que representa el autocuidado de nuestra salud. Así tenemos los días de la artritis reumatoide y el de la donación de órganos y tejidos. De forma repetida se escucha el llamado a la detección oportuna del cáncer de mama. En el mismo orden de ideas, cada 23, los médicos renovamos el perenne compromiso con el servicio, a favor de quienes más lo necesitan.

Los admirables avances de la ciencia médica serían tan sólo alguna otra obra del escritor visionario Julio Verne, si no fuese por la mezcla perfecta que contiene excelencia académica con tecnología vanguardista. Hasta hace 50 años era impensable visualizar el interior de un cerebro, a menos que se realizara una cirugía de cráneo; mucho menos esperaríamos desentrañar en poco tiempo los enigmas del tumor canceroso. Las terapias biológicas para la artritis, o el uso de trombolíticos para infartos, son realidad contundente en los consultorios y salas de emergencia. 

Si bien con todo lo mencionado hemos logrado prolongar la esperanza de vida y mejorar las condiciones del cuerpo, la pregunta crucial que como sociedad debemos de hacernos es: ¿cuál ha sido nuestra participación para sumar esfuerzos y evitar reducir la posibilidad de enfermarnos? 

La vida moderna se caracteriza por buscar el máximo beneficio con el mínimo esfuerzo, tan es así que inconscientemente todo lo queremos resolver con “una pastilla mágica”. Así tenemos a los que quieren bajar de peso, padecen de la presión, tienen diabetes o al bronquítico fumador. Más de alguno ansía que los avances tecnológicos nos provean de la panacea, cual producto “milagro”, y puedan curar su mal sin dar un golpe.

“No todo es pastilla”. Hay que educarnos, leer, buscar orientación, realizar ejercicio, cuidar nuestra alimentación, manejar el estrés, dormir con calidad y promover valores que permitan evitar la enfermedad. Tenemos que invertir en el capital más importante del ser humano, la salud. ¡Cuesta trabajo!, claro que sí, pero bien lo vales. Desafortunadamente, por experiencia, tarde nos damos cuenta.

No  vale que en pleno siglo XXI toda la responsabilidad de paliar o curar una enfermedad recaiga sobre el experto. Estoy de acuerdo con exigirle oportunidad y certeza diagnóstica, pero en el fondo, con la honestidad, madurez y sinceridad que nos debe caracterizar, primero debemos preguntarnos: ¿qué hago todos los días para no enfermarme?

Recuerda que eso de recuperar la salud es trabajo en equipo (médico-paciente), pero la piedra angular seguirá siendo la prevención y esta última va más allá de una “simple pastilla”.

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