Salud integral
Los individuos estamos compuestos de cuerpo, mente y espíritu, y en cada una de estas esferas nos encontramos expuestos a diversas amenazas...
Por supuesto que no soy ni de cerca un conocedor o experto en temas de salud, pero me atrevo a tocar este tema, ya que mi intención primordial es establecer la importancia de conservarla de una manera integral y no competir en conocimientos con quienes sí lo son. Estoy seguro que todos estaremos de acuerdo con esta propuesta de integralidad, que implica contar con una visión multidisciplinaria y de complementariedad que quizás no todos y no siempre tenemos en cuenta.
Los individuos estamos compuestos de cuerpo, mente y espíritu, y en cada una de estas esferas nos encontramos expuestos a diversas amenazas y riesgos para nuestra salud. Así también en cada una de ellas podemos aplicar medidas preventivas y correctivas para conservarla o recuperarla cuando se ha perdido.
Es fácil comprender la importancia de la salud física, la del cuerpo, la material, y solemos concentrar nuestra energía y atención focalizadas en ella. Incluso un infante, a una edad muy temprana, es capaz de comprender esto y actuar en consecuencia: si sufre una caída que conlleva una herida leve, ya sabe e incluso actúa de manera inercial, acudiendo inmediatamente a donde sabe que mamá guarda algunos artículos de cuidados personales y primeros auxilios, toma una pomada y una “curita” y resuelve el problema. La gran mayoría de las personas coincidimos en que hacer ejercicio regularmente, alimentarse sanamente y descansar adecuadamente son acciones encaminadas a prevenir enfermedades y adquirir una mejor calidad de vida. Y acostumbramos acudir al médico a los primeros síntomas de alguna enfermedad, para encontrar pronto alivio a ésta.
En cambio un rechazo, la soledad, la tristeza y otros sentimientos parecidos son lesiones de nuestra mente, que con mayor dificultad reconocemos que necesitan ser reparadas. Es común pensar que esas “heridas” las cura el tiempo. “Sácalo de tu mente y ya se te pasará”, suelen aconsejar algunas personas. ¿Acaso si sufres una fractura de un hueso sanará con sacarla de tu mente? Las heridas o enfermedades de la mente también necesitan ser atendidas, hay asuntos leves que con remedios caseros, una conversación con alguien de confianza, con un buen amigo, un momento de alegría con la familia y las personas que amas, pueden encontrar alivio, y habrá otros que requieran la intervención de un profesional de la salud mental. Pero en cualquiera de los casos, es menester prestarle la debida atención.
El alma es lo que anima al cuerpo, lo que le da vida, lo que le da sustento, por consiguiente es de suma importancia cuidar también la salud del espíritu, y para ello, quienes hemos adoptado una creencia religiosa contamos con múltiples herramientas para su cuidado. Cada religión tiene sus propios medios para alcanzar la trascendencia, quienes somos católicos tenemos a la mano la oración, la penitencia y el perdón con su profundo poder sanador. Contamos también con los sacerdotes, médicos del alma, a quienes podemos acudir en busca de consejo y ayuda cuando lo necesitamos.
¡Cuidemos nuestra salud, integralmente!