Se acaba el plazo… tenemos que crecer ya

El último campeón del crecimiento en la economía mexicana fue Ernesto Zedillo y a Calderón no le fue mal en 2010.

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La economía mexicana no despega. Es un mal que dura ya mucho tiempo. El último campeón del crecimiento fue Ernesto Zedillo y a Calderón no le fue mal en 2010. Pero, en términos generales, nos hemos estancado mientras los otros países de nuestro subcontinente nos sacaban la delantera: ahí están Perú y Colombia, como los nuevos alumnos aventajados de la clase, por no hablar de Chile —que está a punto de alcanzar los niveles de un país desarrollado— y de ese otro recién llegado, Panamá, que alcanzó la impresionante cifra de siete puntos porcentuales en 2013. Muy lejos del magro puntito que logró México en 2013.

Se ha hablado muchísimo de esto y se han hecho todos los diagnósticos: hemos instaurado un modelo exportador, dirigido esencialmente al mercado de Estados Unidos, y somos, por lo tanto, tremendamente vulnerables a los vaivenes de la economía de nuestros vecinos; no hemos logrado acrecentar la productividad ni tampoco la competitividad. 

Hemos desperdiciado el llamado “bono demográfico” porque todos esos jóvenes que podrían integrarse al mercado laboral o impulsar el consumo interno no sólo no están cualificados profesionalmente sino que conforman un ejército de “ninis”; no hemos quitado, por razones puramente ideológicas y principios doctrinarios, las trabas que agobian a nuestra economía; tenemos una burocracia estorbosa y excesivamente regulatoria; el fracaso del proyecto educativo ha tenido un impacto en el desarrollo global del país.

El mercado interno está distorsionado por prácticas monopólicas; la cultura corporativista y clientelar de la sociedad mexicana se opone a la verdadera modernización del país; la inseguridad ha impactado negativamente a sectores enteros de la economía nacional; no recaudamos impuestos suficientes como para impulsar una infraestructura que promueva los intercambios comerciales; la falta de certezas jurídicas desalienta la inversión extranjera; la corrupción impacta negativamente en las cifras del Producto Interno Bruto; en fin…

Todo esto es cierto. El gobierno de Enrique Peña tiene el gran reto de cambiar las cosas… este mismo año. 

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