Ayer, el coordinador nacional antisecuestros, Renato Sales Heredia, dio a conocer un diagnóstico escalofriante: en 29 de las 32 entidades federativas del país, las unidades policiacas que se ha supuesto especializadas valen un cacahuate y solamente las de Chihuahua, Nuevo León y Puebla operan con eficacia.

Lo que se requiere, dijo, es que los gobernadores cumplan el compromiso que adquirieron de modernizar sus grupos, especializarlos de verdad y equiparlos con los instrumentos indispensables para combatir el flagelo.

Renato atribuye el aumento de cifras al incremento de la confianza de familiares de víctimas para levantar las denuncias ministeriales correspondientes.

Quizá tenga razón.

No deja de sorprender que aumente la confianza en los grupos ex profeso que operan en Durango, Estado de México, Michoacán, Guerrero, Morelos, Tabasco, Tamaulipas, Oaxaca, Veracruz o Zacatecas, porque son los estados, precisamente, donde se concentra 74 por ciento de ese crimen estrujante.

Conmueve saber que, pese a la evidente ineficiencia policiaca, se asome la esperanza.